tag:blogger.com,1999:blog-73506326060303979552024-02-08T11:11:09.407-08:00Luis de PabloLuiszhttp://www.blogger.com/profile/01399666087411475266noreply@blogger.comBlogger39125tag:blogger.com,1999:blog-7350632606030397955.post-78257840433660854092016-10-15T11:48:00.000-07:002017-01-24T19:38:47.009-08:00... Sobre matemáticas ....
No soy ingeniero yo, pero algo sé de matemáticas. Cuando era un imberbe ñoño secundarioso, en el remoto año de 1996, fui a la Olimpiada de Matemáticas. Sólo para sufrir una estrepitosa derrota contra un amarillo de ojos rasgados y piel cetrina que medía la mitad que yo y usaba un peinado de casco prusiano. Bueno, en realidad no fue así. En México las Olimpiadas de Matemáticas no son como en gringolandia, al menos las organizadas por la Universidad Nacional Autónoma de México (Premio Príncipe de Asturias de Humanidades - Patrimonio de la Humanidad - Hogar de los PUMAS). Simplemente consiste en un examen dificilísimo aplicado en un salón atiborrado con decenas de ñoños pubertos, divididos en categorías tan simples como la edad fisiológica. Por lo tanto no fui derrotado por un futuro genio de Singapur llamado Sang Nang, sino por cientos de futuros desempleados o subempleados o vaya la madre a saber en qué se convertirían esos prodigios de catorce años. (Si de algo estoy seguro, y eso sin necesidad de hacer cálculos sobresalientes, sino a ojo de buen cubero, que ni el diez por ciento de los ahí presentes dejarían de ser vírgenes al año siguiente, como yo, ja). Fue la primera vez que pisé el ITAM. Y fue increíble.
Cuando regresé a mi casa y mi mama vio la luz que salía de mis ojitos (verdes, hermosos), namás me dijo: "Es muy caro, necesitas estudiar más para que te den una beca". Pots, no es por nada, pero a pesar de que no soy ingeniero yo, pocas, muy pocas veces he estudiado para algo. Normalmente, poner atención en clase, hacer los trabajos y leer los reportes son suficiente fuente de aprendizaje. No es ñoñez (bueno, quizá sí un poco), pero de que hay gente a la que le cuesta trabajo aprender, hay. ¡Pobres!
Bueno, ya he dicho miles de veces que de poder cambiar una cosa de mi vida habría cambiado la universidad en la que estudié. Nada en contra de mi Alma Mater, pero siempre la sentí como un premio de consolación, o más bien un castigo por mi prisa, por mis ganas de no quedarme esperando un año sin hacer nada. La estúpida huelga de la UNAM fue la que dio al traste con todo. Pude haberme esperado y entrar a actuaría en la máxima casa de estudios, pude en realidad esforzarme para tener la beca del ITAM, pude seguir todo el camino para entrar a Diseño de la Comunicación Gráfica en la UAM o pude conseguir la beca para Comunicación en la Universidad Panamericana. Todas opciones reales y realistas. Pero terminé yendo al cadalso de mis habilidades y al patíbulo de mis ganas de aprender.
Poco a poco fui olvidando todos los números y poniendo mucho más atención a las letras. Mea culpa, lo sé, en un mundo ideal no tienen porqué ser excluyentes, pero lamentablemente así ha sido hasta ahora. Siempre tuve la curiosidad del porqué, en una cultura occidental con base numérica en diez, de pronto hay cosas que nos sacan de onda, como ciertos parámetros con base en doce.
¿No? ¿Nunca han pensado por qué los años se cuentan por diez? Décadas, siglos, milenios. Pero a su vez se dividen en doce meses.
De por sí uno es bestia con los números y luego se lo ponen más rudo, pero bueno, eso ya es manía. No es un conocimiento tan difícil tomando en cuenta que es algo con lo que hemos vivido siempre. Pero no siempre eh.
Los sumerios, esos viejos, viejísimos seres mitológicos (no son mitológicos ya sé) a los que se les da por llamar 'La primera y más antigua civilización del mundo', tiene toda la culpa. Desde tiempos inmemoriales, se dedicaron a observar el cielo y el movimiento de los astros. Los cuales tenían un comportamiento por demás regular, por lo tanto predecible, por lo tanto utilizable. Y lo hicieron. Comenzaron a ver figuritas entre las estrellas y a ponerles nombres de animales y cosas y otras rarezas. Luego los griegos se los pidatearon y de ahí salieron los doce signos del Zodiaco.
Ajá, doce y no diez. ¡Culpa de los sumerios! Es la misma razón por la que el año dura doce meses, el día veinticuatro horas (doce por dos), la hora sesenta minutos (doce por cinco) y el círculo 360 grados (doce por treinta).
Yo no sé si lo hicieron a propósito, o si por causas de la evolución ahora hemos perdido el sexto dedo en manos y pies. Pero de no ser así, ¡vaya bromita que nos jugaron a quienes todavía contamos con los dedos!Luiszhttp://www.blogger.com/profile/01399666087411475266noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7350632606030397955.post-1824925017122459522016-10-15T11:47:00.000-07:002017-01-24T19:39:02.005-08:00... Sobre vivir en una ciudad pequeña ....
Nací y crecí en una ciudad pequeña. Cuidado, si vienen por acá, no vayan a decir jamás que es un pueblo, no, no. Mis paisanos se sentirán ofendidos si a nuestra bienamada ciudad pequeña es insultada y vilipendiada al llamarla despectivamente pueblo. Además que siempre es bueno saber que aquí no existen ni la izquierda ni la derecha, más bien nos orientamos por 'lado morral' y 'lado machete'. Ahí ustedes dicen si se arriesgan.
Pero no siempre fue así. Alguna vez fue un lindo pueblito con crepúsculos arrebolados en donde los párvulos podían corretear entre jardines al salir de la escuela ataviados con rojos overoles y zapatos de charol. Mi abuelo es poblano, mi abuela hidalguense, pero todos sus descendientes nacimos aquí o al menos hemos vivido aquí la mayor parte de nuestras vidas. Toda la familia de mi papá es de Toluca, yo viví allá algún tiempo, pero siempre sabiendo que mi casa estaba del otro lado, en la micrópolis barbacoyera. Así que, cuando pequeño, todo mi mundo se reducía a tres niveles, el primero, el piso, donde estaba mi hogar y todo; el segundo, México D.F. la gran ciudad capital (que en ese entonces no sabía lo que significaba); y el tercero, Toluca. Lo relacionaba así porque el ir a México nos tardaba una o dos horas mientras que a Toluca, tres o cuatro. Aunque ahora que lo pienso, la frase ir a México es taaaaan provinciano.
- ¿Qué quieres hacer cuando seas grande m'ijo?
- ¡Ir a México a estudiar la secundaria 'apá!
Porque eso de vivir a las orillas de una gran ciudad no está tan padre. No hay tanto tráfico, no hay tanta gente, no hay tanta contaminación, no hay tanta inseguridad, no hay tanta corrupción, no hay tantos peligros. Dicen. Pero no es cierto nada de eso. Mi pequeña ciudad, concebida como pueblo no estuvo nunca preparada para la explosión demográfica. Las calles son estrechas, las viviendas son escasas, los terrenos son caros, los servicios deficientes, los políticos perredistas, los autos son muchos y el aire viciado.
Y es que a pesar de ser un pueblo una ciudad pequeña, yo nunca entré en la dinamica propia de. Por ejemplo: Nunca fui en la misma escuela que mis vecinitos, todos mis amigos vivían re lejos, relativamente, pero a veces me era imposible ir caminando para jugar en sus casas, tenía que tomar transporte o pedirle a mi madre que me llevara. En la adolescencia, cuando aprendí a manejar (y descubrí que lo odiaba) pude ser un poco más independiente en ese sentido e ir a donde se me hinchara la gana. Pero entonces mi mamá no me prestaba su auto para ir a México.
Además que llamar por teléfono al defe era y sigue siendo larga distancia. Otro drama. Cuando pude huí. Pero siempre he vuelto, por una u otra razón, siempre vuelvo. Y no quiero, conscientemente quiero irme de aquí pero invariablemente termino regresando a la querencia.
Yo sé lo que sienten los que viven en Guadalupe, en Zapopan, en Ramos Arizpe, en Puerto Morelos, en Tecate, en Progreso. O en Nueva Jersey, o en San Petesburgo, o en Saint-Denis ...
Tampoco es lo mismo vivir en Londres cerca del metro Insurgentes que vivir en London cerca de West Ham. Aunque en los dos lados te partan a cuchilladas, nuncajamásmente será lo mismo ser apuñalado por un puñal neo chíchifo que por un simple neo punk. ¿O sí?
Me gusta la tranquilidad pero extraño el ruido. Me gusta llegar caminando a todos lados pero extraño el bullicio. Me gusta encontrarme a la gente a donde vaya pero extraño el ser incógnito. No me gusta la barbacoa y extraño las pizzas de Papa John's. Quiero la ciudad. La quiero. La extraño. Aunque no le diría que no jamás a The City.Luiszhttp://www.blogger.com/profile/01399666087411475266noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7350632606030397955.post-51832836589569919342016-10-15T11:46:00.001-07:002017-01-24T19:40:47.788-08:00... Sobre el insulto y el ostracismo ....
"Cuando yo uso una palabra en un tono ligeramente desdeñoso, significa exactamente lo que yo quiero que signifique, ni más ni menos".
Humpty Dumpty.
Desde cualquier punto de vista, cada blog es un reflejo de su dueño, de su autor, tanto en su diseño como en su contenido. Los hay muy simples, minimalistas, retacados, complejos, artificiales, ruidosos, estridentes, silenciosos, aburridos, interesantes o divertidos. Los blogs y las páginas personales en redes sociales reflejan intensamente la personalidad del individuo. Pero en algún momento, el mundo se torció y los espacios virtuales se convirtieron en una apología al mal gusto, a la acumulación como retórica de lo kitsch.
Gracias a Dios, mi vicio actual -facebook- nos permite a nosotros, simples usuarios de una red monstruosa y a ratos morbosa, conservar un poco de lo que aún nos queda de dignidad y autorrespeto al no permitir que los perfiles sean tapizados como a cualquier pelagatos se le hinche. ¡Bendito sea el comunismo facebookiano! Sé que quienes me conocen, saben que todo lo que tenga un ligero tufillo a Marx me causa escozor en los gumaros, pero también he de aceptar, en medio de un grave conflicto moral, que me contradiré a sabiendas y a propósito. ¡Me encanta que todos los perfiles de facebook sean iguales! No concibo la idea de que algún día se convierta en un hi5 con esteroides y entonces entre a ver alguna foto o cierta información de contacto o un test, y que mis ojos (verdes, hermosos) sean profanados por colores chillantes y destellos convulsionantes, o que mis bocinas sean violentadas por acordes que no pedí, que quizá no me gustan y acaso me molestan. Facebook, al coartar esa posibilidad, le da a la red un mecanismo mucho más homogeneo para intercomunicarse. No pasa eso con los blogs. Los hemos perdido, han sucumbido ante los deseos retóricos de los progamadores.
Los espacios físicos tampoco se salvan de la injuria. Mi oficina, mi cuarto, mi departamento, mi barra del bar y cualquiero otro espacio en donde me mueva, tiene todo que ver conmigo. Todo permanece en un orden preciso y un equilibro perfecto para lo que pretendo.
Hace relativamente poco tiempo, estuvo de moda despotricar contra (o a favor, ya no sé) de los comentaristas anónimos que se empeñan en molestar a la gente. Yo no he pasado por eso, creo. Porque a pesar que en mi blog se destila veneno, casi nunca es personal ni dirigido a alguien en específico. Nada con nombre ni apellidos (aunque a veces fotos jajaja) y siempre ha existido un ambiente de respeto entre el autor y el lector / comentarista. Mis anónimos son perfectamente identificables porque no lo hacen con afán de fregarme, sino de compartir sus palabras con el mundo. Sólo una vez una anónima (perfectamente identificable) me acusó de haberle contagiado cierta enfermedad nada pudorosa, cosa por completo falsa y carente de lógica y posibilidad, que además con el tiempo resultó ser una mentira para llamar la atención. Un anónimo inidentificable me dejó días atrás esto: "wow, cada que te leo, mojo mis underwears". Para nada es molesto, hasta es un halago, creo. A menos que fuera hombre y entonces sería un halago nada halagador para mí.
Es tan común caer en el discurso fácil de "Si no te gusta lo que lees, no leas". Pero esa frase tan socorrida plantea una incongruencia enorme. Yo no puedo saber si algo me gusta o no si no lo leo. Pero, un momento, no estoy ni de lejos defendiendo a los comentaristas ofensivos. En lo que creo y defiendo con uñas es en la libertad de cada quien hacer lo que quiera.
Michael Ende da la lección. En la parte posterior de Áuryn está grabada precisamente esa leyenda: "Haz lo que quieras". Trampa y destino de los simples mortales que, enamorados del poder absoluto se pierden inexorablemente en sus deseos. Incógnito les pasa el hecho de que a cada acción corresponde una reacción de igual fuerza y magnitud pero en sentido opuesto, de que los actos tienen una consecuencia.
Si la posibilidad existe, los comentaristas tienen todo el derecho de despotricar contra el autor, de faltarle al respeto, de intentar ligarlos con frases aburridas, de escribir basura si ellos quieren. Tanto derecho es el de ellos como el del autor a molestarse, a comenzar una guerra verbal o simplemente a borrarlos y por lo tanto ser acusado de censor, de intolerante. Pero es un precio que los más están dispuestos a pagar. Yo al menos lo estoy. Las palabras lanzadas al público tienen reacciones y consecuencias, ya lo dije, pero no está de más el hacerlo notar. Y bien dicen que el que a karma mata, a karma muere. Y es mi derecho el eliminar la posibilidad anónima.
Los griegos inventaron el ostracismo como castigo supremo para los políticos corruptos, esos que en su afán de notoriedad, pasaban por encima de toda ley escrita o no. Una vez que por medios funestos alcanzaban el reconocimiento y la popularidad y eran descubiertos, de inmediato eran lanzados al ostracismo. Ni siquiera a la ignominia, nadie daba un peso por ellos, o una ramita de laurel para tal caso.
No es algo chido el ignorar.Luiszhttp://www.blogger.com/profile/01399666087411475266noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7350632606030397955.post-35740419169721404592016-10-15T11:46:00.000-07:002017-01-24T19:40:34.275-08:00... Sobre las corbatas ....
Tendría un año o quizá un poco más que no me ponía una corbata. Bueno, no, miento, el día de la boda de Zoe, una chica que trabajaba en la oficina debajo de la mía hace un par de años. Y eso fue en octubre, a principios, así que, no soy temporólogo y me da flojera hacer la cuenta del tiempo que ha pasado sin que me pusiera una corbata.
Porque ayer usé una. Mal, quizá. Chueca y con el último botón de la camisa desabrochado. Pero hacía calor espantosamente. Y parecía que un gato la había usado como papel higiénico, la camisa, no la corbata, porque de pronto me descubrí una manchita café en la manga. Lo peor es que no pasó ni media hora desde que me la puse (obviamente ya había salido de mi casa) cuando una comezón espantosa me atacó alrededor del cuello. Impresionante. Y haciendo acopio de toda la fuerza de voluntad de la que soy capaz (y con la ayuda de pequeños golpecitos en la zona afectada), conseguí aplacarla por momentos.
Todo mi lindo puerquecito sufre por la desacostumbrancia a ser el hombre elefante (usar trafe y corfata). Que desde hace años, cuando trabajaba en el corporativo fraudulento no tenía necesidad u obligación de.
Pero cuando tenía siete años (maso) me gustaba ir a la iglesia de corbata. De esas corbatas que tienen ganchitos, oh sí, me veía tan galancito... Pero bueno, hace veinte años también gustaba de vestirme de futbolista, o de luchador, así que no cuenta en realidad.
Mi cuello es re sensible, en general toda mi piel de princesa (chale). Soy alérgico al polvo y al pelo de los gatos. Me lleno de ronchas en el cuello cuando estoy en constante exposición a los ácaros, o con la simple cercanía con los felinos. Entonces no sé si sea coincidencia o no, pero creo que un gato vive en mi ventana. Ayer todo el tiempo que estuve en mi cuarto mi nariz no paraba de gotear y gotear (¿Megah quieres ver?).
Digo que no sé si fue o no coincidencia porque la camisa me provocó lo que hace mucho no me pasaba. El estrés a causa de la comezón, la alergia.
La primera vez que recuerdo esa espantosa sensación fue en la universidad, durante mi estúpido protocolo de tesis con mi estúpido asesor que sirvió para dos estúpidas cosas. Tanto estrés y tanta impotencia porque nada de lo que hacía le gustaba, tanto que hubo que mover cielo y tierra para poder titularme (pero esa es otra historia y deberá ser contada en otra ocasión), pero bueno, en esos días, mi cuello era una zona de guerra.
Luego volví a ser atacado durante la semana previa a mi debut radiofónico. En el casting no puse demasiada atención a los chicos pues estaba precupado por no rascarme enfrente de todos. Confié en mi productor y al final todo salió bien.
El año pasado, durante la grabación de la primera parte del documental sobre educación rural (que este año hice la segunda parte, y ejem, no me han pagado por cierto... ¬¬), tanto polvo y olores y pueblos y niños desnutridos con caras tristes me pusieron casi al límite.
Y ayer pensé que me atacaría de nuevo, pero no, o no dejé que pasara a mayores. Cierto es que me estresa la falta de un trabajo estable (más por las constantes quejas de mi madre de que consiga mejor un trabajo de ocho horas diaras y que paguen cada quince días), me estresa también que no me paguen mi dinero cuando dicen que lo harán, pero cierto es también que sigo flotando entre nubes y me siento tan lleno de éxito que sé que nada va a salir mal. (And nobody, in all of Oz, no wizard that there is or was, is ever gonna bring me down...)
Esas cosas que nos cuelgan a los hombres y que a muy pocos se les ve bien, anchas, delgadas, con puntitos, de rayas, cortas, largas, feas, más feas, lisas, con textura, etc. ¡Imagínense la vida con una de esas al cuello! Habrá a quien le guste, no lo niego. Tampoco es que sean símbolo de poder y dominación del empleado subyugado. Simplemente ya no quiero entrar en la dinámica del encorbatado. Aunque si valiera la pena ($$$$$$$) me tragaría mis palabras aunque ni la comida me pasara por el cuello apretado.
Y me veo guapísimo de corbata eeeh.Luiszhttp://www.blogger.com/profile/01399666087411475266noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7350632606030397955.post-69381110810081398062016-10-15T11:45:00.000-07:002017-01-24T19:41:13.215-08:00... Sobre lo políticamente correcto ....
De pronto no sé bien a bien qué pensar. Digo, podría salir con el fantasioso cliché que tanto odio, pero sería como darme una patada en mis propios gumaros.
Yo no sé qué es lo que pasa por la mente de a gente que habla pestes de algo pero después se lava las manos, se cura en salud al afirmar que 'tiene muchos amigos así'. Me estoy enredando.
Hace tiempo, cuando trabajaba en PROMECC fui a grabar un evento tipo Olimpiadas Especiales con los niños del DIF. Chamaquitos de todos los niveles económicos y con distintos tipos de discapacidades. Nenes y nenas con síndrome de Down, otros solamente con retraso mental, con secuelas de polio o amputados por accidentes o por malformación genética. Los papás que estaban con sus hijos tenían y tienen toda la disposición del mundo de compartir con ellos un rato de diversión. Muchos no se dan cuenta del sentido de competencia y lo único que hacen es pasársela bien. Salir, correr por el pasto los que pueden, rodar otros o simplemente estar sentaditos en su silla de ruedas viendo a más gente de la que acostumbran encerrados en su casa o en hospitales.
Entonces, escuché a algunas de las maestras que estaban a cargo de los niños diciendo: "Yo no sé cómo las mamás aguantan a esos mocosos, yo no podría, no tendría la fuerza". Me dio coraje, obvio que nadie tiene la fuerza hasta que la necesita. Bueno sí, hay quien nace con la vocación de servicio y de cuidado, pero no es la mayoría. Yo podría decir que tampoco sería lo suficientemente fuerte, pero ¿cómo no serlo por alguien a quien amas más allá de cualquier medida? Y nadie lo sabe, hasta que pasa.
No son ángeles, son personas. El tratarlos diferente a los demás también es discriminarlos. Los que tienen síndome de Down sólo tienen síndrome de Down, no son estúpidos, entienden perfecto si alguien les habla, y se dan cuenta cuando alguien es condescendiente. Y podría jurar que lo odian. Yo lo haría.
Los paladines defensores de los derechos humanos y la no-discriminación se rasgan las vestiduras y se rompen en pedazos por el afán perenne de que no se le llame a las cosas por su nombre. ¡Como si ofendiera! A veces la verdad ofende, pero ofende más un disfraz.
Tampoco es chido cuando resulta que todo mundo tiene miles de amigos homosexuales. Nadie está de acuerdo con la jotez pero la respetan porque tienen muchos amigos gays. ¿Y si no los tuvieran? Saldrían a la Zona Rosa con un rifle de asalto a matar maricones seguramente.
Yo no tengo amigos homosexuales. No al menos que lo acepten abiertamente. Porque no es importante. Si mi amigo que está en el clóset (aparentemente) decide salir, no dejaría de ser mi amigo por eso. Dejaría de serlo si la persona liberada es por completo diferente a como yo lo conocía y me agradaba. Pero idealmente no tendría que ser así.
Conozco gays (porque a veces no es lo mismo ser joto que ser homosexual), pero hasta ahí. Las veces que fui al Living me la pasé genial. Bueno, yo no tengo autoridad moral para decir que la gente no se besuquee en público, por lo tanto no me molesta ver a dos bigotones pegados como con velcro, o a dos lolitas compartiendo labial con brillo y ... ¿en qué estaba?
Ajá. Por eso siempre que alguien dice que está en contra de cualquier cosa, pero que tiene muchos amigos así (no vaya yo a pensar que es un trasnochado perredista enano rencoroso que no tiene corazón), en efecto pienso que es un trasnochado perredista enano rencoroso que no tiene corazón.
Tengo millones de prejuicios. Discrimino a los feos por feos, a los idiotas por idiotas, a los mamados gachos por mamados gachos (je). Pero también admiro a los inteligentes por inteligentes, a los cultos por cultos y a los admirables, pos por admirables.
Y respeto a todo aquel que sea merecedor de tal privilegio. Vaya que sí ...Luiszhttp://www.blogger.com/profile/01399666087411475266noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7350632606030397955.post-38575938040049886822016-10-15T11:44:00.000-07:002017-01-24T19:42:44.227-08:00... Sobre futbol ....
¡Ya sé! Me encanta el futbol futbol (comenzó la batalla final para ver al campeóoon...). Bueno, eso de que me encanta me encanta es un poco relativo. Me gusta sufrir los partidos de PUMAS y los de la selección mexicana. Por la tele preferentemente, aunque siempre me doy el gusto de ir una o dos veces por temporada al estadio de Ciudad Universitaria, y también preferentemente a partidos en los que esté segurísimo de que los PUMAS ganarán. Digo, qué necesidad de andar sufriendo de más, y aparte pagar por ello. ¡No!
Y menos habiendo tanta crisis en el mundo en mi bolsillo. Aunque no se note y en pleno día laboral, media ciudad deje sus trabajos para ir a ver a México ganarle a Estados Unidos (eeeeeeeeeeeh) desperdiciando su energía productiva en gritar los goles de Castro y de Sabah (que en realidad fue mérito de Juárez) en vez de apoyar a la economía y trabajar muy duro como unos esclavos para que les paguen dinero. Pero bueno, esa es otra cosa.
Me gusta ver deportes en la televisión. Me gusta ver la televisión. Tradición, afición, pasión o espíritu deportivo, no hay gran diferencia en realidad. Es el ánimo de manada el reunirse con los amigos o con los no tanto a ver el fut, aunque también lo disfruto en soledad donde puedo gritar a gusto y mentar madres y llorar cuando mi equipo pierda tres goles contra cero. Me gusta ver el futbol en la tele, pero como siempre, es cuestión de prioridades, digo, mi yo de hace un año no se perdería por nada del mundo un juego de PUMAS, pero yo, hoy, no me pierdo por nada del mundo un minuto más con Astrid.
Después de todo, el futbol no se salva de los intereses perversos del señor Petrelli, los masones, la oligarquía, Emilio y Ricardo, el grupo de los siete, Doomsday, Salinas o quien ustedes quieran que controle los hilos de este mundo. Cierto es que se ha perdido la parte sana y pura de la simple actividad deportiva, pero aún me resisto a pensar que es una herramienta de control social aliada del corporativismo neoliberal que fomenta el atraso cultural. ¿Eso qué? Yo digo, si las masas se dejan engatusar, pues merecen ser engatusadas, no sólo es un derecho, es un DEBER engatusar a quien se deje. Bueno, no, pero ese es el punto. Woodrow Wilson decía a propósito de los mexicanos: "El pueblo mexicano ha demostrado que no es bastante fuerte y sano como para gobernarse a sí mismo. Una raza como esa, compuesta en su mayor parte por mestizos, indios y aventureros españoles, casi toda analfabeta, no puede aspirar a la justicia ni a la democracia. Necesita sin remedio ser oprimida". Y ps' sí. Pa' qué les digo que no si sí.
¿Cuántas escuelas podrian mantenerse con el sueldo mensual de Cuauhtémoc Blanco? Ya ni hablar de Ronaldo o de Cajeta Kaká. Pero seamos sinceros, ¿cuánto dinero genera Cuauhtémoc Blanco y cuánto genera la paupérrima educación de este país? Vamos, no quiero caer en el recurso fácil de decir: 'Yo namás leo lo que me deja dinero' o 'si no es productivo no me sirve'. Obviamente que la educación, a largo plazo deja mejores dividendos que invertir en un autómata que le pega a la pelota con ambas piernas y corre con la cabeza agachada. Pero la inmediatez es lo que nos patea las bolas. Todo lo queremos aquí y ahora.
Noam Chomsky dice que 'los fundamentos de una sociedad jerarquizada se cimentan en la ignorancia y pobreza de unos para beneficiar los intereses de grupos privilegiados' (sic). El fucho es un negocio que se nutre de la ignorancia de las masas, eso es innegable. Pero no sólo en México, ni siquiera sólo en América Latina (ese ente bizarro que cada día se condena más y más a la irrelevancia), sino en el mundo entero. ¿Por qué si no, la FIFA tiene más países afiliados que la ONU?
La gente es muy extraña. Están los que, por un lado, acuden a la paternidad gubernamental y se rehúsan a comprar medicinas porque creen que eso es algo de lo que se tiene que encargar el Estado; pero por otro lado, ni siquiera chistan en gastar sus salarios minimos (o no tanto) en ir al estadio y comer y beber cada quince días.
Lo malo de los pseudo-intelectuales de izquierda odiantes del fucho es que tienden a caracterizar, por ejemplo, se insiste en que los aficionados que le van al américa son los fresas ricos y tradicionales:
Se nota...
Los del cruz azul son clasemedieros bien portados:
Pos' si, qué aburrido es portarse mal solo ¿no?
Los seguidores de chivas son los jodidos de buen corazón con el alma en el barrio:
Y tapatíos de tendencias variables ...
Quienes por el contrario le van a los PUMAS, son los decentes de izquierda con conciencia social:
¡Qué diferencia! Re perdidos que andan ...
En realidad, al amiérdica le va la naquez en todo su esplendor. No necesariamente la perrada, ya se ha establecido que la naquez es cuestión de actitud. Es más naco que irle a las chivas por ejemplo, pero eso es culpa de los abuelos. Y al cruz azul nadie le va por convicción propia, también es culpa de los niños que se dejan influenciar por los papás que viven de glorias pasadísimas.
Yo por eso voy a llevar a mis hijos a ver a PUMAS desde chiquititos. Si después odian el futbol o quieren irle a otro equipo (con que no sea el amiérdica) está bien. Pero al menos lo intentaré.Luiszhttp://www.blogger.com/profile/01399666087411475266noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7350632606030397955.post-62966365464267235552016-10-15T11:40:00.000-07:002017-01-24T19:49:44.586-08:00... Sobre realización laboral ....
Ayer mi frágil ego fue aumentado artificialmente por dos señoras en edad de ya no merecer. Claro que mi mentecillilla retorcidillilla ayudó a eso, sin embargo no me importa, el chiste es que el estúpido ego masculinoide y alburero se me alborotó por la mañana cuando una dependienta del Oxxo analfabeta (o annumérica mejor peor dicho) volteó a verme con cara de acongojamiento previo al dolor y me dijo que era demasiado grande, que si no cabía la posibilidad de que le diera uno más pequeño, a lo que me negué rotundamente. Entonces, sin más esperanzas se dio la vuelta, se agachó -incluso pude escuchar los huesos de su cadera crujir de miedo- y sacó una bolsita de monedas para darme el cambio de dos cafés y un paketín de galletas Arcoíris pagados con un billete de quinientos pesos.
Uno de esos billetes de cambio era de doscientos pesos y estaba un poco roto, tenía tres cortaditas en una de las líneas de seguridad. Yo, en mi enmimismamiento no lo noté de inmediato y por la tarde pagué mi comida con ese billete. Sobra decir que la señora (no tan) rubia me dijo que era demasiado para ella, que no podía soportarlo, que además de grande estaba dañado y defectuoso. No sé qué cara haría yo que de inmediato reculó, "no, digo, está bien, no te preocupes", me dijo. Yo continué con mi expresión vacía y recibí en propia mano los billetes y monedas contantes de mi cambio.
Dos veces en un día me juzgaron por el tamaño de mis billetes, siendo que son los únicos que poseo en la vida. Yo no digo nada, pero este ambiente de apatía generalizada me tiene hasta mi muy flemático copete. No quiero dejarme arrastrar por toda la ola de mediocridad que me rodea.
Hace un par de semanas preguntaba en Twitter en qué círculo del infierno (según Dante) yacían las almas condenadas de los ignorantes y los estúpidos. No existe una respuesta correcta porque según la tradición judeo-cristiana, no es un pecado ser idiota, sin embargo, la estupidez reinante en este entorno no tiene que ver necesariamente con la falta de aptitudes mentales -que sí, a veces-, sino que mantiene una mayor referencia a la carencia de escrúpulos. En el octavo círculo del infierno dantesco desarmonizan los fraudulentos, aduladores, corruptos y ladrones padeciendo terribles torturas.
En este sitio no hay más octacéntricos porque no hay más gente. Quien no abusa de la confianza de los plebeyos no tiene cabida en este lugar. Los hay de todo, los gordos fraudulentos y explotadores que manejan el negocio y su séquito de aduladores que les temen y que limpian con sus traseros el suelo que pisan con sus pesadas pezuñas.
No, no, no, no, no. Si lo que pretendo es encontrar a un Virgilio lo antes posible para huir volando de este lodazal. Siento que mientras más tiempo permanezca aquí, más me condenaré a la irrelevancia, más me perderé en el conformismo reinante en todos y cada uno de los suspirantes a mi lado.
La dignidad del hombre tiene un precio, pero no es posible que seres despreciables pretendan comprarla por tan poco, y peor aún, que haya quienes, en aras de una estabilidad mal entendida, lo permitan.
Tengo claro que no quiero convertirme en uno de ellos. No quiero alegrarme ante la sola posibilidad de no trabajar un sábado. Odio con odio real el descubrirme contando los días que faltan para la quincena. Es verdaderamente estúpido que me duelan los pies por correr para no llegar tarde porque me quitan mi bono de puntualidad. Y lo más preocupante de todo es que si sigo aquí, tarde o temprano los tentáculos del tedio me ganarán la batalla y me convertiré... en uno de ellos.
La semana pasada, en el metro me topé con el hombre más feliz de este planeta, no era el típico caso del individuo con aires de autosuficiencia que cae como patada en las bolas. Era un tipo más corriente que común, cabello claro y escaso y barba de horas. Sentado frente a mí, se reía con vehemencia de los chistes de Teo González que eran escupidos por una bocina en una mochila en la espalda de un monillo que los vendía en formato emepetrés. Los mismos chistes que yo conozco, que me causan gracia pero que definitivamente no me doblan por la mitad cada vez que los escucho. Al parecer tenía pena de soltar una risotada pues se le notaba la contención, pero no era por falta de ganas, sin embargo no podía ocultar su sonrisa de dientes enormes que a su vez me contagiaba a sonreír aunque tuviera toda la preocupación del mundo sobre mis hombros.
No puedo negar que esbocé un par de sonrisas amplias, pero al momento de dejar de ver su rostro carcajeado para bajar del tren, un aguijón se me clavó en el pecho y pensé: "¿Qué tan triste debe ser la vida de alguien para que los chistes de Teo González escuchados en el metro por sorpresa le causen semejante diversión?"Luiszhttp://www.blogger.com/profile/01399666087411475266noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7350632606030397955.post-2008375671246306292016-10-15T11:36:00.001-07:002017-01-24T19:49:53.949-08:00... Reseña de película IV ....
A principios del siglo pasado, en Huaquechula, Puebla nació el patriarca de esta familia. Jesús Pablo. Mejor nombre no podía tener para ser el fundador de una dinastía sombrerera de cabeza grande. Poblano, no yucateco, pero cabezón de condición hereditaria (¬¬).
Treinta años después, mi abuelo, mi papá E nació entre alas y copas y barbiquejos. Rebelde y rezongón como siempre ha sido, durante toda su educación encaminada a continuar el negocio familiar, renegó y volvió a renegar otra vez de nuevo de la 'sombrereada'. Ja, más rápido cae un hablador que un cojo, dicen.
Por lo tanto, después de que la vida dio sus vueltas, mi abuelo se vio atrapado en su propio destino y el negocio cubretatemas lo enredó en sus prolíficas redes de seducción. Vaya la de historias que mi papá E tiene de sus aventuras llevando sombreros a los ingenios, a los ranchos y vendiéndolos como pan caliente por días. El sol imperante en Tierra Caliente le daba el mercado perfecto para su vendimia. No había de otra, el hado lo atrajo y la vida le cambió, aunque siempre le quedaron las cosquillas en los dedos.
"¿Habré perdido la cabeza?" Quizá se preguntaba cuando, por las noches, lo invadía el deseo de escribir en su vieja Remington despertando a su mujer y a sus cachorros. Seguramente en una de esas ocasiones se dio cuenta de que en verdad había perdido la cabeza, pero también comprendió que los mejores son los que están locos. Aunque yo siempre he dicho que el que está loco, jamás lo reconoce, en eso radica su insanidad.
Y sí, mi abuelo perdió la cabeza, estuvo completamente chiflado, zafado, deschavetado. Dejó el negocio en manos de mi abuela y se dedicó al periodismo, a las letras, a escribir. En ese momento cambió el destino de la familia y las letras estuvieron presentes. Hasta ahora.
Es curioso cómo el mismo destino se ha encargado de poner las cosas en su sitio, juntar a las personas que pertenecen juntas y lograr que dos pares de ojos se encuentren.
En algún instante, una mujer en toda la extensión de la palabra, vino a mí sin buscarme, simplemente llegó sin saber que ya la estaba esperando desde el principio. Ella lo auguró desde que nombró su mundo: Entre Oz y la tierra del Sombrerero. Su nombre evocaba a la malvada bruja del oeste, a la derecha en los mapas de Oz. Desde siempre estuvo apuntando su mira un poco hacia el oriente, buscando en Önderland la casita del no-cumpleaños, la tetera mágica y las cartas en el sombrero. Y ahí estaba yo, no perdido pero sí incompleto. Es de verdad maravilloso cómo las coincidencias se amoldan a la perfección a nuestras vidas, o no; no creo en el destino pero me rindo ante él cuando fue capaz de dirigirla a mí.
Por cierto, ayer, después de meses de espera (y a punto de cumplir ocho meses de completez) por fin se estrenó Tim Burton's Alice in Wonderland. O lo que es lo mismo -ya que yo soy fans del morfema castellano-, la versión de Tim Burton de Alicia en el País de las Maravillas. Estética timburtoniana y narrativa tolkeniana. ¡Oh sí!
Debo confesar que no soy fans from hells de Burton. Por un momento, pensé que estaba viendo El gran pez. Así que no adoro cualquier cosa que hace, sin embargo esta película amerita un par de vistas más.
Al principio, con el crane shot de Londres y la musiquita y las letras en zoom in, pensé que mi máquina del tiempo había funcionado y estaba seis meses en el futuro viendo la séptima película de Harry Potter, incluso canté en el cine: "Something wicked this way comes". Después, lo primero en romperme el esquema fue ese "Trece años después". ¿'Tons?
Oh sí. Tengo que aceptar que el convertir a esta película en Hook no estuvo del todo mal. Aunque Robin Williams como Peter Pan no puede ser sino ridículo, La rusita adolescente que amaga quedarse desnuda (y mostrárnoslo) a cada rato es una idea que piénsese lo que se piense, mantiene la atención del cromosoma Y en la sala del cine.
Ahora, la épica impensable de una batalla entre la Reina blanca y la Reina roja cabezona en un gigantesco tablero de ajedrez es completamente alucinante. Aunque lo que terminó por encantarme fue la profunda voz de Saruman Christopher Lee en el amenazante pero poco mostrado Jabberwocky. ¡Odio a Alicia por cortarle la lengua! Yo necesitaba más líneas irónicas y llenas de esa muchosidad que tiene mi voz favorita del mundo mundial.
La vi, me gustó, volveré.Luiszhttp://www.blogger.com/profile/01399666087411475266noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7350632606030397955.post-22038161905914921482016-10-15T11:36:00.000-07:002017-01-24T19:47:43.610-08:00... Sobre relaciones ....
Y yo a ti.
Por mucho tiempo, desde que en mis entrañas se siente ese extraño calorcito que te empuja a decir "te amo", me fastidió la existencia la frase subsecuente: "y yo a ti".
No estoy seguro de qué tanto sea cosa mía y qué tanto sea influencia del conocido y bien-amado gag de las series y películas estadounidensianas. Ya saben, el chico o la chica que se anima a decir "te amo" antes que el otro y recibe como respuesta un simple "gracias", o un seco beso en los labios, o un grosero "nos vemos después", o un mercantilista "¿cuánto te debo?". La semana pasada vi en una de mis series favoritas, en el capítulo de estreno, el cuasi-final de la pareja paradójica protagónica, porque el nerd irredento le dice a la mesera rubia aspirante a actriz que la ama, recibiendo un puñetazo justo enmedio de los lentes disfrazado de "gracias".
Dicen que en mi vida petaca he sido un tanto cuanto ligero a la hora de hablar de mis sentimientos. Dicen que siempre había tendido a exagerar los cosquilleos que me provocaban ciertos expecímenes del sexo opuesto con el sexo dispuesto, o no. Mi pretexto era que las quería a todas por igual y no podría haber dicho sensatamente si esa punzada en el ego era necesariamente amor, deseo, fraternidad o calentura. Por tanto dicen y dicen bien que en el pasado, las palabras "te amo" salían con singular alegría de mis labios listas para estrellarse en la cara de la primera mujer que estuviera dispuesta a guiñarme el ojo o a encerrarme entre sus muslos. También solía creer que tenían razón los que afirmaban que un "te amo" en la cama tiene la misma validez que un gemido de placer. Perhaps.
Por eso me retumbaba en mis centros el recibir como respuesta "y yo a ti". Por eso, después de cada encuentro o cada llamada telefónica que terminaba con un "y yo a ti", me hacía la promesa rompible a mí mismo de que en el futuro próximo, contendría mis "te amo" para mí y me los reservaría para esgrimirlos en forma de "y yo a ti" si la interfecta se animaba a decirlo primero. Sobra decir que fallé miserablemente en todas y cada una de las oportunidades.
Para mí, el hecho de pronunciar las palabras era un himno melódico, un "te amo" en mi voz tendría la sonoridad del latir de mi propio corazón, ¿por qué no habría de esperar el recibir una muestra sonora del latido que me acompañaba? ¿No debería haber esperado sincronía? ¿No debería esperar reciprocidad?
Todas esas respuestas llegaron a mí hace nueve punto tres meses, cuando mis labios mordisqueaban cartílago auditivo para no soltar palabras, y mis manos apretujaban piel y sábanas, cuando ella se mordía la lengua y repetía que estaba a punto de soltar una estupidez. No lo era, obviamente. Era la sensación vívida de un corazón con su símil a punto de explotar.
Ese día, así como cada uno de los que le han seguido hasta ahora, me di cuenta de que lo importante no son las palabras que se pronuncian. Cuando a flor de piel se lleva la certeza de lo que ha sido eterno, lo mismo da un "te amo" que un "te quiero" que un guiño o que un "y yo a ti". Retórica. No es la métrica con la que sus labios perfectos de corazón recitan las palabras, sino el fuego que se filtra a través de sus párpados cerrados o el calor que irradia cuando me mira y me dice que me ama, aun sin palabras.
He amado y me han amado, de eso no tengo duda, y aunque suene a eufemismo desatado por la serotonina, es verdad: un "te amo" dirigido a ella no tiene punto de comparación con cualquier otro que haya pronunciado jamás. Un "te amo" o un "y yo a ti" recibido de su voz es la música más tierna que he escuchado nunca, es saber que el cielo existe y que está aquí, junto a mí, dormida entre mis brazos por momentos en espera del gran día en el que nuestros sueños ya no se separen para dormir.
Hoy no me molesta el "y yo a ti". Hoy no podría ni siquiera imaginar callar mis "te amo". Hoy, al leer el texto que les compartiré próximamente (lo prometo), pude por fin poner palabras a esa sensación de paz, por saber que el amar de verdad no significa esperar una respuesta, sino darla, aunque no haya habido una pregunta de por medio.
Aunque la pregunta tácita siempre es: "¿Me vas a amar toda la vida?"
Obvio sabes la respuesta.
5...2...1...Luiszhttp://www.blogger.com/profile/01399666087411475266noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7350632606030397955.post-66464136311003929112016-10-15T11:33:00.000-07:002017-01-24T19:50:40.009-08:00... Sobre las redes sociales ....
Hace poco menos de un año, alguien escribió en este blog, pretendiendo humillarme o insultarme, que yo no era "un techado de virtudes". Después de darle vueltas y vueltas a un asunto que yo creía olvidado, resulta que la piel de la gente es más sensible de lo que su áspero exterior enseñaría.
Resulta que uno no puede reirse socarronamente de la gente porque llaman a sus guardias, que raudos y presurosos acuden en su defensa y exponen sus más bajos valores y espetan epítetos al objeto de su odio iguales o peores que los que real o imaginariamente ofendieron a su amo.
No es por nada en especial, sin embargo he estado pensando últimamente en las cosas que odio de internet, de facebook, de twitter, de los blogs, etc. Después de limpiar los restos de sesos del piso cuando mi cerebro estalló por la sobrecarga de información a la que fue sometido, decidí que no era nada extraño. En realidad odio del mundo virtual lo mismo que odio del mundo real. Quizá la única excepción sería que odio a los habitantes que confunden el mundo virtual con el real.
Alguna vez quise ser más activo en facebook, pero el grave déficit de cosas interesantes que comentar me lo impidió. En twitter, vaya que hay cosas interesantes y gente interesante en mi timeline. Por lo mismo, disfruto enormemente leer en orden inverso los twitts de la gente a la que sigo, la que no me sigue y la que sí; no soy partidario de utilizar twitter como mensajero, así que no suelo enviar mensajes arrobados, mucho menos retwittear cualquier babosada sólo para incluir mi propia babosada relativa. Sólo en casos excepcionales y cuando la babosada es tan grande que no puede quedarse en mi cabeza. En algún momento #Confesé que sólo utilizaba twitter para actualizar mi estado de facebook; eso fue la maldición porque la aplicación que hacía eso chafeó y no se pudo más. Ahora lo he remediado y soy igual de feliz que antes.
Me caen mal los quejicas que apelan a un patrioterismo pitero y se rasgan las vestiduras en contra del Gobierno, de Javier Aguirre, de British Petroleum, de Juan Molinar, de Eduardo Bours, etc. No hay mucho para donde hacerse, los llorones quejicas nunca van a estar a gusto con nada, si Andrés López llena el Zócalo con acarreados dirán que ellos están con él por sus ideas, no por su popularidad; si lo hace Marcelo Ebrard dirán que es un engañabobos tremendo.
Son muchas las cosas que odio de internet, pero odio lo mismo de la gente de huesos y carnita. El chisme barato, la indignación gratuita, los tarados que le mandan mensajes a los 'famosos' en twitter diciéndoles idioteces para llamar su atención, los que creen que los 'famosos' leen sus mensajes y sobre todo creen que les importa, los que tienen su timeline lleno de mensajes a otros haciéndola incomprensible, los que hablan de un solo tema, los que quieren hablar de todos los temas, los que escriben muchas idioteces y los que escriben pocas.
Odio recientemente la aplicación de facebook que publica en el muro la canción que se escucha en ese momento. ¡A nadie le importa! Si facebook proclama que una imagen vale más que mil palabras; twitter, la inmediatez del pensamiento, la irrelevancia de pensar antes en lo que se va a decir a continuación. Me he cansado de escribir en los trabajos de mis alumnos: "Piensa las frases antes de escribirlas". Pareciera que todo el mundo piensa con la cola y escribe con la ídem, pensé que era un cierto defecto de formación que se corregiría al hacerlos escribir más cada vez, pero no. Escriben como hablan, las exposiciones han sido un suplicio eterno, frases inconexas y realidades alternas en las que cada quien se entiende como se le da la gana. Los verbos parecen conjugaciones aleatorias de un retraso mental evidente. Aunque de cierta manera, tenía razón. Es un defecto de formación total, desde la cuna; no sé qué orgullo sienten los padres de mis 'estudiantes universitarios' cuando ven las calificaciones de ciertos de ellos. Es una verdadera lágrima.
Tampoco puedo negar el placer que estas experiencias me están dando, sin embargo no es lo mismo tratar de convencer a un grupo de pubertos nacidos después de 1990 (wtf! =() de los beneficioss que tendrán en su vida al saber escribir y hablar correctamente, que convencer a un grupo similar de los beneficios que una materia irrelevante les puede otorgar, sobre todo a éstos en específico que, si mi oráculo no me engaña, la inmensa mayoría desertará o trabajará manejando un bicitaxi, poniendo uñas francesas o dando clases en esta misma universidad. Doh!Luiszhttp://www.blogger.com/profile/01399666087411475266noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7350632606030397955.post-24973693857394736642016-10-15T11:31:00.000-07:002017-01-24T19:47:17.488-08:00... Sobre el ministerio público ....
Ésta es la historia de un amable y bonachón servidor público, guardián de la ley y el orden en la caótica ciudad de la esperanza. Su nombre es el oficial Erick López Herrera. Un hombre alto, delgado y guapo, cuyas profundas convicciones sociales lo llevaron a dedicar su vida, su cuerpo y su alma al servicio público y a la conservación del estado de derecho en esta ciudad llena de gente ingrata, de personas cuya única misión en la vida es juzgar a los demás, criticarlos y hacerlos perder el tiempo. El oficial Erick López Herrera desechó una beca completa que le fue otorgada para estudiar finanzas bursátiles internacionales en la Universidad de Columbia en Nueva York, para entrar al 41 veces glorioso cuerpo de policía de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal. Con estos antecedentes, sale todos los días a las peligrosísimas y mojadas calles capitalinas en compañía de su inseparable e incorruptible pareja, la oficial Eréndira Pérez González para cumplir su deber: defender a la autoridad de la desfachatez de los abusivos ciudadanos que sólo buscan molestar.
Así comienza su triste y valerosa historia del fin de semana. Cuando patrullaba sobre avenida Cuauhtémoc a las ocho de la noche, deseando que la noche fuera tranquila pues le aguardaba un turno nocturno, no por no querer trabajar, ¡no qué va! Estaba deseando que no pasaran desgracias a los pobrecitos ciudadanos, si todo estaba en orden, nadie sufriría y él cumpliría su turno tranquilo, listo para retirarse a su cálido hogar a las seis de la mañana a descansar.
De pronto, en la esquina de la citada avenida y el Eje 6 Sur, un hombre con el impermeable empapado llama su atención pues manotea incesantemente. De inmediato y cumpliendo su más cabal sentido del deber, se detiene para ser increpado por su tardanza. ¡Pobres ciudadanos! Piensa, ¡no tienen idea de lo mucho que hacemos para preservar su integridad!
Había ocurrido un choque en ese peligrosísimo crucero. Un auto color arena, de manera completamente irresponsable, se detuvo al ver la luz roja del semáforo. Como resulta obvio, el auto de atrás, gris, sin deberla ni temerla y víctima inclemente de las condiciones del asfalto, se estrelló inexorablemente contra la parte posterior del vehículo que de manera increíble se detuvo en el semáforo en rojo. La facia del auto arena quedó partida como con un hacha, daños terribles en el piso y la tapa de la cajuela y el tirón de la espalda de su atribulado conductor, un hombrecito redondo y galletoso cuyo tremendo pecado fue el detenerse ante la luz granate.
Todo parecía marchar de manera normal, los carnívoros ajustadores de seguros se hicieron presente con la velocidad de un carrito de paletas para llenar el papelerío. De improviso, una llamada sacude al representante del auto gris: ¡La malvada corporación encargada de proporcionarle el servicio de seguridad y asistencia ha cancelado de manera unilateral la póliza que con tanto esfuerzo habían contratado! No había arreglo posible, el caníbal ajustador del auto arena había tasado los daños en una cifra astronómica que el pobre hombre no tenía manera de cubrir.
Por eso fueron necesarios los servicios del oficial Erick López Herrera. No había arreglo y la intervención de la autoridad se hizo indispensable. Al ser viernes lluvioso y con la proximodad del alcoholímetro, todas y cada una de las unidades de tránsito se encontraban acuarteladas y listas para el operativo que salvaguardaría miles de vidas esa noche. El oficial Erick López Herrera se vio forzado a interrumpir su patrullaje para llevar a los conductores ante la autoridad correspondiente, no sin antes conminarlos a llegar a un arreglo civilizado, como lo hacen los hombres viriles, dijo.
No hubo arreglo posible y en medio de la incesante lluvia, el convoy de patrulla, autos chocados y auto ajustador se dirigió al ministerio público más cercano, relativamente. Al llegar, el dolor ya hacía presa del hombrecillo galletoso y pidió que sus molestias fueran atendidas a la brevedad. El bravucón ajustador de seguros pidió los servicios médicos pero éstos no estaban disponibles. Atribulado y seriamente preocupado por la integridad física del conductor afectado, el oficial Erick López Herrera se ofrece voluntario a trasladarlo al impecable y eficiente Hospital de Xoco. La travesía transcurrió con los intentos del oficial Erick López Herrera de hacer sentir mejor al adolorido minimizando la gravedad de sus dolores de espalda e intentar que pensara en otra cosa, como el llegar a un arreglo con el otro conductor, pues de lo contrario, le esperarían interminables horas en el juzgado. La frase contundente del oficial Erick López Herrera fue: "Es que usted le está haciendo demasiado caso a su abogado". Dicho que provocó la ira del hombrecillo galletoso, quien, ingrato le espetó: "¡Pues claro! ¿A quién quiere que le haga caso? ¿A usted?"
No hubo mayor problema con la salud del afectado y el silencio reinó la patrulla de regreso al juzgado. La esposa galleta estaba ya ahí con el abogado de colmillos afilados, ambos preocupados por el estado de la espalda del galletoso.
El oficial Erick López Herrera siguió tratando toda la noche de conciliar, pero el abogado de colmillos afilados y la recalcitrante necedad del infractor por pagar menos del valor del daño no lograron que el oficial Erick López Herrera cumpliera su labor. Lo que él quería era terminar con este asunto lo antes posible, así podría regresar a su patrullaje y a donde él realemente pertenecía, a las calles; a cuidar de viva presencia a los ciudadanos. Como no encontró eco en sus sugerencias y al ver que las partes estaban ya cansadas de tanto negociar y esperar, decidió demorar el proceso lo más posible, todo con la sensible intención de que tuvieran algún tiempo para cerrar los ojos y descansar su mente de los problemas que se avecinarían.
Así, desvió la atención de todos al dejar a las partes por un par de horas después de llevar los autos al corralón, teniéndolos bajo resguardo para evitar que se hicieran mas daño a ellos mismos o a otros autos. Un par de horas que le sirvieron al infractor necio, al abogado de colmillos largos y al hombrecillo galletoso y a su esposa galleta para aclarar un poco su mente y relajar sus músculos en los ergonómicos y comodísimos sillones de espera.
El último intento del oficial Erick López Herrera por conciliar fue cuando acorraló al hombrecillo galletoso, lejos de su esposa y del abogado de colmillos largos y le dijo: "Ande, ¡agárrele su dinero!" Recibiendo un rotundo no por respuesta, la ambición desmedida del galletoso no conocía saciedad, claro, estaba escuchando demasiado a su abogado.
Veinticuatro horas habían pasado cuando por fin se dio la resolución, el abogado de colmillos largos perdió la cabeza y dejó ir con una pena menor al infractor, obteniendo una cantidad menor a la pactada, ahora se iba sobre el hombrecillo galletoso pretendiendo que éste pagara por los daños morales ocasionados. No resultó, la negativa del galletoso a firmar nada y las hirientes palabras y demostraciones de hechos de la esposa galleta hicieron llorar al pobrecito abogado, ya no de colmillos largos, sino al tierno cachorro en que se había convertido. Derrotado y abatido, fue dejado en el medio de una pertinaz lluvia que no había cesado, para seguir atendiendo otro caso más.
A lo lejos, el oficial Erick López Herrera disfrutaba viendo cómo todos obtenían su merecido. "La moraleja de esta historia", pensó, "es que hay quienes hacen bien su trabajo, pero hay otros que para hacer bien su trabajo, deben joder el trabajo y el tiempo de otras personas". Instantes después, el oficial Erick López Herrera se fue a su casa a flajelarse por haber fallado en su encomienda.Luiszhttp://www.blogger.com/profile/01399666087411475266noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7350632606030397955.post-74983492989697904232016-10-15T11:30:00.000-07:002017-01-24T19:48:45.465-08:00... Sobre los tenis ....
Desde tiempos remotos, los seres humanos han intentado por todos los medios encontrar la comodidad. Entendiendo la comodidad como esa profunda sensación de bienestar tanto físico como mental; entendiendo, a su vez, el bienestar como flotar entre algodones.
Quiero decir, en este momento, que no soy el más adecuado para definir la sensación de flotar entre algodones, ya que el dolor persistente en todos y cada uno de los músculos de mi cuerpo, y es que como yo estoy aquí para contarlo todo (todo lo que se me ocurra), al momento de escribir estas líneas, me encuentro postrado cual Stephen Hawkins en mi cama con la computadora en la panza (que desaparecerá en los próximos meses (la panza, no la computadora)).
Luego entonces, creo que, si han sido observadores, hemos descubierto un patrón fetichista. No estoy solo en esto, no claro, el nivel de obsesión que les manejo en cuanto a los pies humanos y sus cubiertas, no puede ser calificado más que como interesante.
Por principio de cuentas, los tenis buenos y bonitos no son nada baratos, al contrario, son ridículamente caros. Cierto es que por decreto universal y para evitar que los hombres se homosexualicen cada vez más, los zapatos masculinos son mucho más costosos que los de mujer. ¿Por qué? Ah, la razón es simple: Si fueran baratos, miles de hombrezuelos de todas las calañas gastarían grandes cantidades de dinero en presumir sus pies, ja, si lo sabré yo. Sentimiento tan viril y masculino ese de querer competir siempre, aunque sea tácitamente por los apéndices corporales.
Entonces, tenemos que los tenis son caros, sí, pero además son horribles. Hechos con las partes más marranas de la piel de los animales y hechos por las manecitas inocentes de niños y no tan niños taiwaneses, están llenos de bolas por todos lados, son blancos como tiza podrida y las agujetas son tan largas que dan miles de vueltas alrededor de los orificios y/o arneses aplicados para tal fin.
Los peores son los tenis blancos. Quizás es un viejo trauma preparatoriano, cuando en la estricta escuela franciscana era menester obligatorio el portar tenis límpidamente albos para la clase de deportes. Lo cual era en sí una soberana tontería, ya que la mayor parte de esta clase tenía lugar en una improvisada cancha de futbol que lo que menos tenía era pasto. Los más estrictos llevaban tenis Panam, que eran los que, en ese entonces, mantenían su completo color blanco. Recordad que hablo de la década de los noventas, esos horribles noventas, en donde Michael Jordan y sus tenis Air Nike dominaban el mundo. Donde todos los que jugábamos básquetbol queríamos ser Jordan o ser Dominique Wilkins o ser Anfernee Hardaway, o al menos tener sus zapatos. Cosa imposible en el Instituto Mamila que censuraba cualquier parte no blanca de nuestras zapatillas deportivas. Los más rebeldes soportaban castigos y manoseos por parte del director con tal de portar sus tenis favoritos. Los más extraños, como yo, nos la ingeniábamos para evadir la norma: con una tiza nueva, tapábamos por completo las zonas no blancas del zapato, justo antes de entrar a clase de deportes, los maestros, carentes de criterio no tenían como negarse a aceptar esa nueva versión de blancura. Luego entonces, odio con singular alegría los tenis blancos, todo por hacerme arruinar a mediano plazo mis tenis favoritos.
Al igual que los zapatos blancos, que no se le ven bien ni a las enfermeras ni a los estudiantes de medicina, los tenis blancos no se ven bien. ¡NO SE VEN BIEN! Por ningún motivo y bajo ninguna circunstancia deben ser usados. Mucho menos con pantalones de mezclilla.
Y es aquí donde viene el segundo punto a discutir: ¡Los pantalones de mezclilla jamás fueron concebidos para ser usados con tenis! Es una profunda ofensa en contra de los pioneros trabajadores de la construcción, justicieros del salvaje oeste y mineros el utilizar ese honorable instrumento de trabajo que es el jean, con tan colosal y sátrapa calzado. Ciertas excepciones son aplicables, pero nunca justificables. El domingo, siempre es preferible ponerse tenis debajo del pantalón de mezclilla, que zapatos de vestir, que por su parte, ¡jamás debe suceder!
Los pantalones de mezclilla son para usarse con botas de trabajo, preferentemente cafés. ¿Se han preguntado alguna vez por qué la mayor parte de los jeans tienen etiquetas marrones? ¡Precisamente porque el azul se hizo para ser combinado con el café! Nunca jamás en la vida se debe utilizar la mezclilla con zapatos formales, ni camisa, saco y corbata. A menos que, claro, seas argentino, ridículo, bigotón y te apellides Lavolpe.
Sólo los niños deben utilizar tenis completamente blancos, ese contraste en la parte baja del cuerpo no le ayuda en nada a las proporciones ni a las percepciones.
No es tan grave, es decir, cada quien es libre de ser folclórico a la manera en que mejor les pluga; sin embargo, si se cruzan en mi camino, corren el riesgo de ser objeto de reiteradas burlas concernientes a su accionar, a su vestir y si me apuran, a su caminar.Luiszhttp://www.blogger.com/profile/01399666087411475266noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7350632606030397955.post-48566248476822688292016-10-15T11:26:00.000-07:002017-01-24T19:47:07.617-08:00... Sobre la estridencia en redes sociales ....
En días como los que corren; donde el flujo de información cae ya en una categoría diarréica -por decir lo menos-, en donde Dany Peña y sus mamadas pueden ser noticias de poca monta pero aún así acaparar la atención, en donde la muerte de una viejita gagá es opacada por la nodeseadaperotampocorechazada muerte ora de Justin Bieber, ora de Fher, ora de Ricardo Arjona, ora de Demi Lovato, en donde tuve que esperar hasta el lunes por la mañana para enterarme de que se murió Jorge Luke Skywalker porque, entre Phelps y Laura Sánchez y Giovani y Usain Bolt y un guatemalteco que sí tiene talento (aunque sea para caminar), mi fuente de noticias inmediata, es decir, Twitter, simplemente decidió ignorarlo. En días como los que corren es prácticamente imperdonable no esta enterado de todo.
Además de entender de todo y de saber explicarlo todo. La pretensión y el esnobismo nos atacan, tanto que el mame en todos los sentidos es ya, para todos los efectos, inmamable. Muere Chavela Vargas y todos corren a buscar sus canciones para citarlas y decir que siempre la han amado, no importando cuanta baba cayó de entre sus comisuras los últimos diez o veinte años. Gana Laura Sánchez una medalla de bronce y todos corren a buscar su historia para escandalizarse de que haya pasado de menor de edad abusada por su entrenador, a heroína del cuento de hadas del amor sin edad. Sube la gasolina y todos corren a empeñar sus relojes para llenar el tanque el viernes por la noche. Liópez llega a una cantina repartiendo cocos y luego, cuando uno se levanta a encararlo, éste sólo dice: Jerénenje.
No, bueno. En días como los que corren, cuando cualquier portento de idiotez o "techado de virtudes" puede tener una voz y hacerla más o menos oír, no nos hartamos de llenarnos la boca con nuestras sabias opiniones acerca de todo. ¡Claro! Yo soy escritor, me dedico a redactar los anuncios clasificados del periódico, por lo tanto, soy perfectamente capaz de criticar todo trabajo literario que no llene mis irreales expectativas. ¡Claro!, a mí me gusta el futbol americano, por lo tanto, todos los que ven el futbol en Televisa son unos ignorantes. ¡Claro!, yo leí en la secundaria a Erich Fromm, por lo tanto, todos los que trabajan triple turno para llevar comida a sus casas y no tienen tiempo para leer lo que yo les diga que es bueno leer son unos incultos que vendieron sus conciencias. ¡Claro! Yo soy un pseudo intelectual alineado y enajenado por la izquierda reaccionaria, fracasado, sin visión que me permita salir del marasmo en el que estoy sumiendo a mi familia, estoy a favor de la igualdad pero detesto la música que no sea de mi banda favorita -estadounidense, por supuesto-, soy ateo gracias a Dios, bueno menos cuando mi hijo estuvo en el hospital, pero esa fue una causa de fuerza mayor, de todos modos Dios no existe, fui a la Facultad de Humanidades y mis maestros me obligaban a leer a Galeano, por lo tanto, todos aquellos que osen no pensar exactamente lo que yo les digo que está bien pensar, son unas chinches sin cerebro que hacen lo que otros que no soy yo les dicen que hagan, son ignorantes, estúpidos, imbéciles y otros epítetos que se merecerían, pero como yo soy tan respetuoso, los dejo ser, no vaya a ser que mi ser intelectual y trascendido vaya a caer a su nivel. No, pos' así cómo ...
Alguna vez, el entonces Presidente Fox fue casi crucificado por los medios cuando dijo (o alguien dijo que dijo, ya ni sé), que era mejor no leer tanto los periódicos para no enterarse de las desgracias o de las malas noticias. No lo sé, puede ser, a lo mejor, quién sabe, tal vez. Yo, como todo buen lector hereditario, lo que siempre estoy buscando es el conocimiento perenne y total; pero como todo buen hombre sencillo que aprecia el silencio, lo que más busco es la tranquilidad. No la tranquilidad Camusiana del hombre absurdo, pero sí la eficiente calma que sólo puede darte la estabilidad. No que sean por defecto oponibles ambas nociones, pero no necesito que la vida me de más madrazos que los ya recibidos; no tengo alma ni ánimos de mártir, no voy a cambiar el mundo de un plumazo, pero sí voy a cambiar mi mundo, una cosa a la vez, un paso con cada pie y una palabra por cada frase.
Los sesudos revolucionarios olvidan que nunca ha existido un innovador arrebatado. Por definición, los arrebatados hacen lo mismo de siempre pero lo hacen rápido, al tiempo que un innovador entra cuando tiene que entrar, lo piensa y lo sabe. Un innovador calcula el tiempo propicio para entrar a saltar la cuerda, sin importar quién esté esperando turno. Un arrebatado corre y manotea, un arrebatado trata de que la cuerda gire a su propio ritmo, creyendo que al proferir insultos contra la misma, ésta sabrá quién es el que manda. Por lo mismo, con el tiempo, el innovador prevalece, mientras que el arrebatado quedará tendido en el terreno, enredado en la maraña que él mismo ha creado.
Al final del día viene la noche, y la noche de la estridencia habrá de llegar, ya antes, ya después. En lo que esperamos a que suceda, no queda más que mirar en lontananza, suspirar y llenar el cuerpo de aire para preparar la zambullida. Entrar a leer todos los improperios y mames de que es capaz el ser humano, deslindándose de lo que es esencial para concentrarse en lo que es simplemente vacuo. Mientras tanto, el diablo está ocupado en sus patios traseros ...Luiszhttp://www.blogger.com/profile/01399666087411475266noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7350632606030397955.post-85890328996517626432016-10-15T11:25:00.000-07:002017-01-24T19:50:07.713-08:00... Sobre el alcoholismo ....
Wild men who caught and sang the sun in flight,
And learn, too late, they grieved it on its way,
Do not go gentle into that good night.
Albert Camus y su profunda sabiduría, inspiradora de las más intensas palabras del apego (para mí), me ha hecho advertir, tiempo ha, que no es sencillo ser un pasajero más, ni tener como destino el olvido. Dylan Thomas lo sabe y en "Do not go gentle into that good night" eriza la piel al pronunciar las palabras más cargadas de dolor filial de las que tenga memoria. Seguidas de cerca por "Hombre preso que mira a su hijo".
El punto es que, por mucho que una quiera estar bien y sentirse bien, no se está del todo tranquilo cuando algo falta. Soy un hombre tranquilo que aprecia el silencio, pero al momento de escribir, no puedo ser un tipo de pocas palabras, lo siento, intento explicar com palabras lo que atribula a mi cucharoncito. La intensidad de una pérdida súbita no es comparable, por ningún motivo, al desgastante y tremendamente 'rompemadres' chipi-chipi de una pérdida anunciada. No es lo mismo morir de un tajo de espada justiciera al cuello, que esperar la eternidad que tarda una gota continua en ahogar.
Tengo una madre sumamente valiente. Yo la admiro. Es mi ejemplo a seguir y la imagen que tengo de ella, es la que quiero que tengan mis hijos de mí en su momento, no ahora ni en pocos años, eso sería mucho pedir. Lo que quiero decir, es que mi madre peleó por sus hijos de la manera en que mejor pudo, quiso o creyó. Y yo se lo agradezco. Le agradezco el que, aunque ni yo ni mi hermano nos hayamos podido dar cuenta, nos haya salvado del pantano. Le agradezco el que, a pesar de saber ya la verdad a esta edad adultísima que tengo, no pueda tener ni un solo recuerdo negativo de mi padre, ni una sola pelea, ni un solo grito, ni una sola bofetada. Lo que yo recuerdo de mi padre es siempre una sonrisa y unos grandes cachetes rosados cubiertos de pelo que me decían que yo era como una campana: "tan-galán-tan-galán".
Tal vez por eso, su ausencia incomprendida fue un poco más llevadera para mí. Hay cosas que algún día tendré que platicar largo y tendido con mi hermano, porque la diferencia de cuatro años de vida es en realidad toda una vida. Yo era un prepúber cuando mi papá se murió. De cirrosis. Lo entendí aunque no del todo. Y entre todas las cosas que aún me duelen y que no van a dejar de doler nunca, está el no haber entendido cómo es que mi hermano lo entendió. Yo tenía doce años y una vergüenza tremenda de decir: "mi papá se murió porque tomaba mucho", es más, con una vergüenza tremenda de decir: "mi papá se murió, punto". No me pidan entenderlo porque ni siquiera yo lo sé. Ahora soy un adulto y sé que la muerte es algo natural, infinitamente doloroso e inevitable, pero natural; pero en ese entonces, hace dieciocho años ya, yo no quería que mis amigos se enteraran que mi papá se había muerto, yo no quería que nadie supiera que me estaba doliendo, y de qué manera, el alma. Yo quería que mis amigos me entendieran y que supieran lo que yo sentía. Quería -y es la primera vez que exteriorizo esto- que se murieran los papás de todos mis amigos para no estar solo en el ojo de este dolor que me quemaba por dentro.
El día que se murió mi papá bajé junto con mi hermano a jugar futbol con los cuates de la cuadra. Metí dos goles y corrí como desesperado por todos lados. En la noche lloré como nunca en la vida, solo. Y no estaba solo, mi mamá y mi hermano y Dios estaban conmigo, pero yo estaba inmerso en esta ola creciente de pena que era incapaz de verlo.
Ahora no me imagino qué ni cómo habrá sido todo ese proceso para mi hermano, que en ese entonces tenía ocho años. Menos puedo imaginarme, en este momento, cómo sería algo así en un niño más pequeño, o en una niña, según sea el caso. Por muy inteligentes que sean, por muy perceptivos que se ufanen, hay cosas que la mente de un niño no puede procesar; y sin embargo lo saben todo, se dan cuenta de todo, aprenden y callan. Dios quisiera que aprendieran bien, pero es verdad que la mayoría de las veces, lo aprenden todo mal.
Pocas veces me permití el abandono a mí mismo. Cada quién tiene sus dolores bien puestos en el tuétano y no es papel de nadie el sacarlos. Pero desde que tengo hijos, e incluso antes, cuando la idea de ellos se hacía más real cada vez, cuando me sentí listo para el terrible reto de ser papá, supe que no quería ser un papá como el mío, no por nada, digo, no por él, de él no tengo queja alguna; por mí, porque no quería que mis hijos fueran unos hijos como yo. Supe que quería evitar en la medida de lo posible, que el alma de mis pequeños sufriera algún desgarro en sus primeros años, y en los siguientes si me seguía siendo posible. Sé que no mantienen en la memoria mis gritos cuando me sacan de quicio, pues al instante después me sonríen con esa luz tan suya que les sale de la carita mas hermosa del mundo. Quiero imaginar que mi papá sentía lo mismo cuando mi hermano y yo lo mirábamos así, tan alto y tan fuerte y con esa voz que estremecía al hablar y con esa barba negra y con esos lentes enormes que hacían parecer que sus ojos podían ver a través de tu alma. Quiero pensar que mi papá se murió feliz de tener los hijos que tuvo, pero yo no me quiero morir hasta saber que mis hijos van a ser felices conmigo o sin mí.
Puedo pecar de ser el más egoísta, pero si en este mundo existe algo que no puedo soportar, es ver a alguien haciéndose daño, a alguien que me importa y que quiero. Y lo que más quiero en la vida es que la gente sepa que no importa que los pingos se los lleven, que la fuerza de imponerse un comportamiento a voluntad está ahí. No quiero ver a mis hijos sufrir, si ellos sufren, sufro yo, y yo no quiero sufrir. Si eso me hace egoísta, bienvenido sea el epíteto. Todos los días lucho contra mis demonios que me piden que coma otra hamburguesa, que me quede cinco minutos más dormido, que tome un taxi en lugar de caminar, que deje para mañana lo que debo hacer ahora, en fin. Todos los días me despierto a ver a mis hijos dormir tan tranquilos como quiero que sea siempre. Todos los días saludo: "buenos días, alegría" al amor de mi vida, porque sé que la dicha más grande que me ha permitido vivir Dios es el despertar todas las mañanas a su lado. Todos los días quiero decirle a mi mamá que la quiero y que es la influencia más importante en mi vida, aunque sea por un mensaje. Todos los días siento la necesidad de crecer con ellos, con todos.
And you, my father, there on the sad height,
Curse, bless me now with your fierce tears, I pray.
Do not go gentle into that good night.
Rage, rage against the dying of the light.
Luiszhttp://www.blogger.com/profile/01399666087411475266noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7350632606030397955.post-45195128288989084182016-10-15T11:24:00.000-07:002017-01-24T19:47:58.681-08:00... Reseña de película III ....
Difícil es comenzar buscando una epígrafe relacionada con la película "Después de Lucía", sobre todo porque aquella suele no hilar más de tres frases en cada escena, y el cine de autor contemplativo reflexivo -o lo que sea que lo defina- de Michel Franco es más dogmático que von Trier. O algo así. Un poco menos Reitman y un poco más Altman. Mucho chaneque y un poco de Heneke.
Es importante decir que la película ya lleva un rato de haber salido en el cine, de hecho, los morons de iTunes quieren cobrar cincuenta pesos para verla, cuando ya también lleva sendo tiempo en Netflix. ¡Ja, so lerdos! Pero yo, con mi extraño ritmo semilento para las películas que quiero ver, y el poco tiempo en horario de exhibición que me dejan este par de niños hermosos y traviesos, simplemente no la había visto, por ninguna razón, pero había escuchado y leído reseñas que la denostaban hasta la ignominia, y otras que la elevaban al olimpo del FONCA.
Hasta que entre el trabajo escaso pero monótono, me encontré con un par de horas solo con mi computadora, no tenía ganas de comenzar una nueva adicción a series de televisión ni de aburrirme con una película artosa y pretenciosa, así que le di una oportunidad a Después de Lucía (oh espera) ...
O no sé. No me pareció la panacea de la pretensión ni mucho menos, pero sí es cierto que lo primero que dije y pensé durante la primera escena fue un sonoro y sardónico ¡No mames, qué hueva! Para inmediatamente después pensar en que la niña está muy bonita pero que apenas tenía dieciséis años, y luego la escena esa en la que un imbécil le está agarrando las tetitas para después dejar todo a la imaginación. No pretendo escribir una reseña ni nada por el estilo, así que quien no la haya visto, pues siga leyendo para enterarse, ya que a casi dos años de que salió, difícilmente se puede considerar spoiler cualquier cosa.
Todos sabemos by far, que es una película que presenta el tema del bullying de una manera cruda y descarnada, básicamente como es en realidad. Lo que no sabemos antes de ver la película -obviamente-, es cómo se llega a ese punto. Rápido. Alejandra es una niña muy bonita y deportista, hace natación, que se tiene que cambiar de ciudad y por ende de escuela, después de que se muere su mamá en un accidente de auto. Al llegar, como es muy bonita, los alumnos la reciben muy bien y ese mismo día la invitan a pasar el fin de semana en Valle de Bravo en la casa del imbécil ese que le agarra las tetitas. Pues beben y se drogan hasta que ella y el imbécil se meten a un baño, el tipo prende su celular, lo coloca estratégicamente y luego procede a agarrarle las tetitas. No pasa nada que nos muestren y sí todo lo que nos imaginamos. Ya en la escuela, el sex tape rola por los iPhones de todos y entonces la carrilla comienza y va subiendo de tono hasta llegar a la violencia física, el abuso sexual, la violación y la presunción de un asesinato. Para ese momento, también atestiguamos la historia del papá de Alejandra, un ser grande, gordo y barbado, cuyo único defecto es ser el más gris del mundo. Entendible, nada lo apasiona desde la muerte de su esposa, ni siquiera las señales que su hija se empeñó tanto en ocultarle que al final resultaban tan transparentes; todo eso, hasta el momento en que se entera de la desaparición y probable muerte de su hija, y entonces sí, vemos como nace y gruñe el oso que lleva dentro, secuestra al imbécil que le agarró las tetitas, la grabó en video y comenzó con todo el abuso en su contra, lo sube a una lancha y lo arroja, esposado, en medio del mar. Ahí acaba la película.
Un final lacerante por sorpresivo pues después de la furia del papá, viene un momento de calma sobre las aguas, y luego la acometida fatal. Tttsss, volví a decir ¡No mames! Pero esa escena y la historia misma no dejaron de revolotearme en la cabezota todo el día y muchos días siguientes.
Porque el bullying es cosa seria. Es cierto que las generaciones se están haciendo más debiluchas y chillonas cada vez, y eso es en una mayor parte responsabilidad de los padres y maestros y tuiteros que se espantan de todo y de todo chillan los debiluchos. En realidad todo viene desde que existe esa naquez llamada correctez política; pero también es cierto que se le da una importancia mayor de la que en realidad tiene.
Sí, la escuela es ojete con quien se deje, pero la vida es más ojete aún, incluso con quien no se deja y pelea y lucha. No hay manera de salir vivo de ella, así que por más manchado y gañán que te vaya en la escuela, siempre te puede ir peor en la vida. Porque si te esconden la mochila, te amarran las agujetas, te tiran a una zanja, te avientan a la alberca, te esconden en el baño, te dicen gordo mantecoso, se burlan de tus lentes, te embroman con besos de las más guapas, te ignoran en el intercambio de regalos de navidad, te roban tus ganancias de la quiniela del Mundial o siempre te toca hacer equipo con la maestra de química, nada de eso, en serio nada, te prepara para el jefe que te agarra la nalga, la empresa fantasma que te roba tus sueldos y tus cosas y tus sueños, el co worker ojete que habla mal de ti en la oficina, la lagartona que minimiza el tamaño de tu pene cuando ni siquiera ha tenido el honor, el superior jerárquico mala onda que lo único que quiere es fregarte porque el día de la entrevista lo viste feo, el que no tiene idea de nada pero que piensa que te manda y lo que mejor le sale es mandarte a la chingada en más de un sentido o simplemente las feroces prácticas corporativas a las que nadie llega preparado.
Lo digo con todo el conocimiento de causa, ya que los ejemplos mencionados no son tales, sino anécdotas reales que me pasaron, por decir lo menos. Pero esas son otras historias y deberán ser contadas en otra ocasión. Lo realmente importante es que no sabemos -nadie sabe- cómo lidiar con la gente, hasta que lo aprende, claro. Y eso, como la mayoría de las cosas que valen la pena, tienen que aprenderse a la mala. Cayendo en una zanja, siendo burlado por las bonitas, buscando tu mochila, renunciando con la frente en alto, aguantando hasta que todo caiga por su propio peso, ganándole a todos con la meritita verdad y con el inmenso placer de la justicia poética de manos limpias.
Tampoco quiero decir que la solución para todo es dejar que fluya, no. Porque hay que agarrar al toro por los cuernos. Hay que buscar al Ponto y rescatar a Christopher Robin. Y todo, sin dejar de lado lo más importante, que la esencia de un ser humano no cambia, se adapta y se mejora, aunque sea para bien o aunque sea para mal, pero la naturaleza misma de la especie es la adaptación y la evolución.
El llanto de Mateo porque no quiere ir a la escuela ciertamente significa algo más de lo que alcanzamos a ver o a adivinar. ¡Camán! Tiene dos años recién cumplidos y no le puedo dar responsabilidades de niño grande, aunque lo sea; no le puedo dejar todo el peso de su vida en sus hombros pequeñitos; no le puedo, de hecho, permitir que un incidente que desconocemos siquiera si hay tal, si es que no es lo suficientemente grave, afecte su infancia por demás normal y feliz.
Mateo es un niño feliz en todo el sentido del mundo. Canta, baila y ríe como el que más. Ama a sus papás y es el favorito de una de sus abuelas. Se emociona con sus personajes favoritos y todo el tiempo está descubriendo cosas, cosas nuevas y cosas viejas. Lo que me maravilla a mí es la manera en que él se maravilla de todo el entorno. Si los pájaros vuelan, si la luz se enciende o se apaga, si el trompo gira, si el coche avanza, si simplemente sale el sol, él es feliz porque puede ser testigo de las incontestables sorpresas que el universo nos depara a cada instante. Excepto los cinco minutos que dura el trayecto de la casa a la escuela, acaso menos, desde que le pongo la mochilita a la espalda hasta que se queda con su miss. Mi corazón se rompe con cada papá o mamá que sale en un grito de su trompota. Según sus maestras, el llanto acaba en cuanto salimos de la escuela, es decir, se queda contento y es alegre y cooperador en sus actividades.
Entonces no sé lo que le pasa. Ya son casi dos semanas de dramas matutinos que, por bendición, no tienen repercusión en su día ni en su comportamiento posterior. ¡Cómo quisiera meterme en su cabeza güereja para poder saber qué le pasa, qué le preocupa y qué puedo hacer por él! Mientras no exista esa tecnología, todo lo que está en mis manos es observar, mirarlo detenidamente y no perderlo de vista -sin que él lo sepa, incluso-. Esperar si es que se trata de un periodo de apego y rezar porque no le esté ocurriendo algo horriblemente imaginario. Creer en su palabra y creer en su carita cuando sale brincando de la escuela y cantando que es feliz. Confiar una vez más y doblemente en las personas a quienes les hemos encargado su cuidado y seguirlo mirando, realmente mirando para ver si alguna luz me responde desde sus ojos. De cualquier manera, me sigue coqueteando la idea de comprarme una lancha ...Luiszhttp://www.blogger.com/profile/01399666087411475266noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7350632606030397955.post-14530690159293795362016-10-15T11:23:00.000-07:002017-01-24T19:46:33.433-08:00... Sobre concursos literarios ....
No es que me guste escupir pa'rriba, a mí. Pero la semana pasada me enteré de algo que simplemente no puedo dejar pasar. Todo lo acontecido no es más que el resultado de una sociedad podrida hasta los huesos, llena de todas esas personas indignas que con un movimiento de cabeza y un dedo flamígero señalan y atacan a quienes osan no pensar como ellos. Me desvío. Pero lo cierto es que en todo caso, la culpa no es del indio, sino de quien le compra la sencillez.
Porque no es lo mismo concursar por una plaza en el gobierno, que someter a dictamen a una obra literaria en un concurso más amañado que las derrotas de lópez obrador -según lópez obrador-, que solicitar un aumento de sueldo, que, ¡carajo! pedir unas chingadas vacaciones a las cuales todo mundo tiene derecho conforme a la ley. En esta sociedad de huevos podridos -me niego aún a afirmar con todas sus letras que los podridos son mayoría en este país-, importa más la palabra de un cabrón que el esfuerzo y el trabajo de todos los demás. En esta sociedad de complicidades y compadrazgos, la gentuza escucha lo que dice un gûey que se supone tiene mucho poder y lo toma como cierto. En esta sociedad de iletrados y analfabetas funcionales, uno ya no puede confiar ni siquiera en las letras escritas en piedra.
A principios de este año, una buena amiga de la familia comentó sobre un premio que cierta editorial mundial y la tienda que más libros vende en este país otorgaban a las llamadas "letras nuevas". Que yo entendí como que era una oportunidad de mostrar mi trabajo a un jurado, o de menos a un dictaminador profesional sin arriesgarme al devastador rechazo cara a cara, además de que "letras nuevas", y el hecho de que las bases abrían la participación a todos los escritores de habla hispana residentes en territorio mexicano, me hacían pensar que lo único que se tomaría en cuenta para elegir al ganador era la calidad de la literatura.
Iluso. Sé muy bien que mi obra puede no ser la mejor de las ciento noventa y una que participaron, quizá ni siquiera sea de las diez mejores, es más, seguramente es la peor en calidad de todas las que se presentaron. Sin embargo mis aspiraciones siempre son las más altas. Cuando escribo no quiero ser un E.L. James. Cuando escribo quiero ser un Philip Roth, aunque muy en el fondo sepa que saldrá algo peor que lo de James. O no. La verdad es que estaba muy emocionado por el resultado de un trabajo hecho hace algunos años, pero revisado y re revisado y aumentado y mejorado con el paso del tiempo.
Mucho más aún cuando compré y leí de un plumazo la novela ganadora de ese mismo premio el año pasado. Un relato soso y con poco sentido, que además no estaba -para mi gusto exquisito- escrito de una manera novedosa y sensacional. El libro ganador del año pasado era una novela regular, pero eso sí, consistente y adictiva. Nada del otro mundo. Por lo mismo me emocioné más y pensé que mis letras tenían la suficiente calidad para competir por igualar ese logro.
Pero mucho menos lo creí cuando supe, prácticamente al principio del proceso, que el ganador del año pasado, es el hijo menos famoso pero más talentoso de un grande de la literatura y la historiografía nacionales. Un autor ya publicado por la misma editorial que ofrecía el premio, por cierto.
En fin, llegó el día de conocer a los finalistas, y como mis peores pesadillas lo habían vaticinado, ni el nombre de mi novela ni el mío estaban entre ellos. Ni hablar dije, para adelante, a otra cosa mariposa, mi obra queda libre para competir en otros concursos y en otros certámenes, incluso para ser llevada directamente a un dictaminador. El corre electrónico con la invitación para la gala de premiación no fue sino un recordatorio de mi fracaso y lo ignoré.
Hasta que me enteré de lo que había pasado en la ceremonia. El jurado, extasiado con la calidad literaria y la gran manufactura de la obra que eligieron para obtener el premio, abrió la pilca, solamente para encontrarse con un par de nombres. Sí. Imperdonable. Las bases claramente especificaban que no serían aceptadas obras escritas por más de un autor. Imperdonable para los autores sí, ya que los nombres que aparecieron fueron los de dos autores no tan nuevos, y sí, ambos publicados anteriormente por la editorial que convocó al premio. Más imperdonable aún para la editorial el haber declarado desierto el premio, cuando en las bases claramente de obligaba a no dejar desierto el primer lugar. Imperdonable que autores encumbrados y experimentados hayan decidido o pasarse las bases por el arco del triunfo en un claro desafío de mandar al diablo a las instituciones, o simplemente mandaron algo sin hacerle el menor caso a las instrucciones, nefasto o estúpido, como sea. Imperdonable que la editorial se haya sacado de la manga que el premio de un millón de pesos era bueno para donar a los afectados de los huracanes y ciclones, porque, bueno, un millón de pesos le hacen muchísima falta a toda esa gente, pero un recibo deducible de una donación de un millón de pesos no le cae mal a nadie. ¡Imperdonable!
Como todo en esta sociedad de huevos podridos, las palabras de unos cuantos poderosos valen más que los hechos, que el trabajo y que el correcto seguimiento de las normas. Si todos aspiramos a lo mejor, hagamos lo mejor... hasta que un cabrón diga. Todo eso es y seguirá siendo hasta que uno se vaya. Uno u otro.Luiszhttp://www.blogger.com/profile/01399666087411475266noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7350632606030397955.post-54110608249641639772016-10-15T11:22:00.001-07:002017-01-24T19:48:09.286-08:00... Sobre lo naco ....
¡Maldita sea! No digo que sea malo, pero no está tan chido el ser tan fácilmente influenciable. Por escritores, guionistas, poetas, editorialistas, merolicos, charlatanes y hasta gordos amarillos de caricatura. Sería absurdo y jamás lo haría (y me darían ganas de patearme mis propias bolas si lo llegara a hacer), el autoproclamarme como el hombre más auténtico del mundo, no, no. De verdad que me castra las pelotas cuando escucho o leo que alguien se vanagloria de la más original autenticidad, claro, a sus veintipocos años han construido por sí mismos toda su personalidad, sin copiarle a nadie, analizando cada una de las situaciones del universo con sus propios pensamientos. ¡Mecachis! Yo no, mi modo de hablar, las frases que utilizo al escribir, mis opiniones generales y la forma en que mis ojos (ajáaaa) ven el mundo son movidas por los autores que admiro.
Tolkien, Amparán, Pollock, Xoconostle, Camus, Castañeda, Lovecraft, Cervantes Saavedra, Groening, Velasco, Coen, Zapata, Roth, Alvarado, McCarthy, Saramago, Grass, Bucay (ajá, ¿y qué?), Wenders, Páramo, Jackson. Y Mario ...
Pero no, esta entrada no trata sobre lo que todos saben y si no, no existen. Esa es otra historia y deberá ser contada en otra ocasión* (*¿Ven? ¡Michael Ende!).
Hace un par de semanas comencé o más bien recomencé Diablo Guardián. Y me ha costado trabajo seguirle el ritmo pues no dejo de ver a Violetta con un rostro, un cuerpo y una actitud que antes no veía, que antes no reconocía porque no había conocido a nadie que encarnara tan a la perfección la esencia con la que -yo pienso- Xavier Velasco dotó a su tramposa. A Pig siempre lo he visto y lo veré como un reflejo superlativo de mí mismo. Tanta barbaridad dicen esos dos que me reducen. Todas las palabrerías con las que Violetta se refiere a los nacos me hacen cagar de la risa (aparte de que casi siempre leo en el baño, convenientemente). Zuz seguramente sabrá a qué se refiere el título.
¿Quién chingados define lo que es naco y lo que no? ¿Quién lo que es nice o fashion? Y sobre todo, ¿por qué tanto pinche drama para definirlo? Sí, la verdad es absoluta e indivisible, de eso yo no tengo duda alguna. Lo que no me queda claro es el porqué la diferencia de opiniones entre la gente, es curioso.
Aquí una reproducción libre de una conversación con Cris-cris-cristina la semana pasada:
C-c-c (curiosa): ¿Y qué pasó con la naca aquella que te acosaba?
Luis: ¡No le digas naca! Ella no se asume como tal así que
creo que debemos respetar su percepción.
C-c-c (haciéndose la indignada): ¡Pues es una naca y me vale lo que digan tú y ella!
Luis: Además, ella dice que tú eres naca.
C-c-c (hirviéndole la sangre): ¡¿Pero cómo se atreve?!
Luis: Pues de la misma manera en la que tú te atreves a llamarla naca a ella.
C-c-c: Ella es naca y fea y no sé ni por qué te gustaba.
Luis: Porque es linda y la quiero, o bueno, la quería (ups, resbalón). Lo dices sólo porque te cae mal, y ¿qué crees? Tú también le caes mal a ella.
C-c-c (muriendo): ¡Déjame en paz! Y no me hables de esa mujer jamás, jamás.
Tomando como ejemplo sin conceder, si Cristina fuera una naca, ¿qué credibilidad tendría en tildar a otras como tales? ¿Acaso entre iguales se reconocen? ¡Claro, tiene todo el sentido! Y también viceversa* (*¡Oh, de nuevo!). No sé si sea química, reciprocidad o simple mamonez. Ante los ojos de un pastor, sin duda todas las ovejas les parecerán iguales, pero cierto es que para las mismas ovejas, cada una es única* (*Tolkien).
Pero con qué autoridad uno define como naco o corriente a un idiota con playera del américa. Ya lo sé, con la autoridad que da (en este caso) la más definitiva de las obviedades. Porque además lo naco es cuestión de actitud. Nada que ver con el nivel de estudios, de ingresos o de lo que sea (aunque sí de gustos futbolísticos eh), pero eso ya se ha discutido hasta la saciedad en otros lares, no aquí. Aquí todo es pacíficamente ñero.
Una tipa que se considera a sí misma como mi amiga no duda en llamar indias y nacaldrafas a todas mis mujeres sólo con ver su fotografía. Claro, lo dice con todo el derecho que le da el portar uñas postizas de dos centímetros de largo, decoradas con cuanta colorida fruta exótica y tropical existe de este lado del ecuador, o del otro para el caso es lo mismo. De verdad que sus uñas parecen contagiadas por el peor de los herpes venéreos (no simplex). No hay tos. Por la sencilla razón de decirse mi amiga, se cree con la obligación, no, el deber de criticar a cuanta mujer se me acerca. Ya ni mi madre hace eso (bueno, sí).
Entonces, ¿son o no son? Chale, ¿dónde están los hombres cuando los necesita uno? Que en la oficina siento que los estrógenos se me clavan cual ponzoña en los sentidos. De pronto solamente escucho el continuo graznar de las aves de rapiña, aunque la realidad es que todas las mujeres de la oficina están hablando al mismo tiempo, algunas quizá conmigo. Pero yo no hago caso, no entiendo, me abstraigo, dejo de pensar en el entorno y me concentro en la pantalla de la blanquita (mi lap); o si no, básicamente en los grandes ojos, los marcados brazos, la suave piel, la inenarrable espalda baja, el insinuado escote y la dulce, dulce voz de ... Ajá, sí, tal vez, de pronto, a lo lejos llegue a escuchar mi nombre en medio de un mínimo pujido, entonces mis sentidos se alertan y de nuevo el sonido de la jungla. ¡Reinas!
Y ayer me preguntaron que con qué título quería aparecer en los créditos del proyecto en el que estoy inmerso. “¡Pos’ ninguno!” Contesté yo. “Luis de Pablo na’más, ¿pos’ qué más?” “No, pero, ¿licenciado, o qué?”.
Chale de nuevo. Pos’ sí soy licenciado, eso dicen mi cédula profesional (una tarjetita en la que salgo con cara de narco de Reynosa) y un papelote con una foto de saco, camisa y corbata (que se me rompió de una orilla por güey, pero sh, no le digan a nadie). Algunos hasta dicen que soy Maestro y eso. Pos’ sí, estudié una maestría ¿y eso qué? No me hace mejor ni peor. Para mí no funcionan los modernos títulos nobiliarios. Como si el nombre de un tipete no fuera suficiente, y haya que endilgarle el prefijo lic. o ing. o dr. o arq. para hacerlo siquiera un poquitito respetable.
Digo, está chido que a aquellos a los que estudiar les costó tanto trabajo presuman de sus logros ante el mundo. A mí no. Me bastó ir puntual a cada una de mis clases de la universidad para tener un excelente promedio, y si no obtuve mención honorífica fue por titularme con la maestría, no por tesis (otro drama). Y la maestría tampoco fue la gran caca, cierto que estuve en el patíbulo con el profe de Investigación de Operaciones (que por cierto, también se parecía a Jaimito el cartero), pero salí del paso indemne. De cualquier manera, todo lo que sé (o no) lo he aprendido en la calle, en el trabajo, creo o donde sea. Suelo decir, medio en broma y tres cuartos en serio cuando me preguntan qué estudié: "Ajá, pues, Mercadotecnia, durante cuatro años y desde entonces me he dedicado a olvidarlo". Cierto es que hace muchísimo tiempo que no he trabajado específicamente en lo que estudié, cinco o seis años tal vez (espero que no lean esto mis futuros empleadores). Pero bueno, el punto es que -lo siento si se lastiman frágiles egos y pequeñas susceptibilidades- las personitas que en serio les costó noches de desvelos y de quebraduras de cabeza el lograr un seis en Computación I, tienen todo mi respeto y admiración y nada me haría más feliz que ver sus rostros radiantes cuando les entreguen por fin sus tarjetas de presentación con marquito dorado y el logotipo de su alma mater en ídem. ¡Oh sí!
La neta me enerva ese tipo de gente. Conocí alguna desdichada ocasión a un tocayo que en sus tarjetitas ponía: “L. Enrique Blablabla”. Toda la gente le decía “Licenciado”, pero obviamente su nombre era Luis Enrique, y él feliz de la vida porque la gente le llamaba así. Bueh, creo que sobra decir que con trabajos terminó la secundaria el imbécil ese.Luiszhttp://www.blogger.com/profile/01399666087411475266noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7350632606030397955.post-8706096314922537692016-10-15T11:22:00.000-07:002017-01-24T19:44:02.919-08:00... Reseña de concierto ....
Me he evitado por todos los medios leer o ver o escuchar o algo sobre el par de conciertos que Paul McCartney, reseñas, críticas, podcasts, programas de televisión, etc. Todo esto, claro, después de haber vivido una de las experiencias más sui generis de la vida. No es por nada, pero las sesenta mil personas menos una que vieron al músico bajo la lluvia (las personas, no el músico) me vienen valiendo reverenda sombrilla. Era un mundo subpluvial en el que sólo cabíamos dos. Una especie de burbuja parejera que nos aislaba, a ella y a mí y nos inundaba de melodiosos temas interpretado por el más grande de los Beatles vivientes.
El hombre que regrababa las canciones después de que sus felas escarabajos salían del estudio para cambiar un par de notas que no le parecían, tocando cada uno de los instrumentos con la misma o mayor maestría que los ejecutantes originales.
El pasado viernes, el concierto en el mejor escenario en el peor lugar (el caos a la salida lo demostró) distaba un par de horas de comenzar cuando mi amor de mi vida mía de mí y yo llegamos sin tráfico y con expectativa de lluvia. Parecía que llovería, aunque las nubes sobre el Foro Helios, traviesas, se contoneaban al ritmo de la música amenizadora de la espera; iban y venían asustando a más de un gremlin que se paseaba entre los pasillos de la sección platino. Nada más que sillas de fiesta cubiertas por una módica bolsa de plástico destinada a hacer las veces de impermeable cuando Tláloc hiciera su triunfal aparición para llorar a los caídos y emocionarse con las leyendas.
La luz natural se acababa y mientras la espera se volvía desespera, mi mente volaba dieciséis o diecisiete años en el pasado cuando mi madre quería que yo aprendiera a tocar la guitarra. Recuerdo perfectamente mi primera guitarra, café de atrás y amarilla de adelante, con cuerdas de metal que me lasrimaban mis dedecitos. Yo le decía a mi santa madre de todos los ángeles que no quería ir a clases de guitarra, que mis dedecitos regordetes sufrían, primero al cargar un pesado estuche negro de mafioso y segundo, al inmolarse con tan agresivas cuerdas de lámina filosa. "Voy porque tú quieres, no porque yo lo desee", siempre era mi respuesta. Mi madre solía callarme la trompa con una simple frase: "Tienes que aprender para que le cantes a tu papá Let it be". ¡Sopas!
Let it be era justamente la canción que me estaban enseñando. He de decir ahora que el profesor de guitarra no era para nada bueno, es decir, tocaba muy bien (la guitarra) pero no enseñaba muy bien a tocar (la guitarra). Todo lo que aprendí en el tiempo que fui a clases fue a pisar ciertas cuerdas en ciertos espacios con los dedos de la mano izquierda y a pellizcar con el dedo índice y el dedo mayor de la mano derecha la cuerda correspondiente en el agujero... y las notas se iban por el agujerooooo. Aprendí la melodía de Let it be, las mañanitas, Yesterday y ya. Las he olvidado ahora, así como olvidé el Himno a la alegría y Martinillo.
Mi padre, en ese entonces recién separado y divorciado de mi mamá, era demasiado joven como para haber sido fans de The Beatles en su apogeo, aprendió a escucharlos por sus hermanos mayyores, me imagino. Yo me acuerdo del disco blanco que nunca escuché en acetato, pero sobre todo de Sgt. Peppers con su portada multicolor y su reverso con las letras de las canciones y Paul de espaldas. Recuerdo sobre todo mi canción favorita de ese disco: She's leaving home... canción que a nadie le gusta, o al menos nadie le presta atención jamás, pero que tiene la letra más desgarradora que un padre pudiera escuchar. Entonces yo estaba lo más lejano que se pudiera a la posibilidad siquiera de ser papá. Ahora, el momento está cerca, y esa canción me parte el alma más que nunca.
Lo único que tenía claro es que desde siempre he sabido que la canción favorita de la vida de mi papá fue precisamente Let it be. Mis daddy issues volaban y se entregaban al maremoto de abrazos con Astrid y notas con Paul y palabras y luces tintileantes y agua cayéndome en el rostro y agua saliendo de mis ojos (verdes, hermosos).
Las luces se apagaron, Paul McCartney se sentó al piano y los acordes universales comenzaron. Tun tuntuntun "When i find myself in times of trouble...". El chillido de la muchedumbre (aaaaaaaah) se escuchaba a lo lejos, pero yo sólo miraba al hombre de casi setenta años, casi nada encorvado ante el majestuoso piano cantando, sintiendo. En ese momento, las palmas de mis manos se abrieron, mi mirada se dirigió al cielo desde donde caían las lágrimas de mi padre por saber que yo estaba ahí, quizá cumpliendo uno de sus sueños o quizá no, pero estaba escuchando su canción favorita de la propia voz del autor y siendo ejecutada por sus propias manos. Me rendí, mi garganta se abrió y las estrofas salieron como si no fuera yo quien las cantara. Y no era, o en parte.
Solamente me faltan siete años para tener la edad que tenía mi papá cuando se murió. No sé de qué manera medir mi vida comparada con la suya, acaso no lo quisiera tampoco; lo que sí sé es que aunque no sea ni la mitad del hombre que puedo llegar a ser, sí soy muchísimo más del doble del hombre que era hasta hace un año. No debo cargar el mundo sobre mis hombros y sin embargo no me pesa ni me pesará jamás hacerlo, por ella, por ellos. Las noches solitarias están a punto de acabar y toda la completez que siento en mi pecho se multiplicará exponencialmente.
Terminó Let it be y el silencio se rompió con un atronador aplauso que no pudo sacarme de mis pensamientos. Astrid estaba junto a mí, cómo desde siempre debió haber sido y como siempre será. Cerró los ojos, y entonces la besé ...Luiszhttp://www.blogger.com/profile/01399666087411475266noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7350632606030397955.post-31863064288427036272016-10-15T11:21:00.001-07:002017-01-24T19:44:36.402-08:00... Sobre consumir productos nacionales ....
Aunque no todos entendamos de economía ni sepamos leer los indicadores de la sección de finanzas de los periódicos, a todos nos afecta la situación actual. Quizá sea una profunda recesión mundial, un error de cualquier mes del año o un simple catarrito a la economía nacional, pero lo que pasa en realidad es que nuestro bolsillo resiente todos y cada uno de los movimientos que tal vez no alcanzamos a entender.
Se nos repite por la televisión o por el radio que hay que comprar los productos “Hechos en México”, sin embargo no se nos explica el porqué. Muchas veces los productos mexicanos son más caros que los importados o son de menor calidad o tienen nombres menos bonitos.
Todos sabemos de cierto que la decisión de compra es individual y aunque haya toneladas de publicidad bombardeando nuestros sentidos en todo momento y en todo lugar, al final, en la tienda, frente al anaquel, estamos solos. ¿Qué nos hace decidir entre un producto y otro? No es cuestión de malinchismo ni tampoco de chovinismo. No hay que confundirnos.
En términos de mercado, los mexicanos somos irracionalmente fieles a nuestras marcas favoritas, es muy difícil que cambiemos “sólo por probar”. Los que han estado acostumbrados a consumir marcas extranjeras pensarán que son lo mejor y no comprarán los productos hechos en México, por el contrario, quien creció con una idea nacionalista preferirá los productos nacionales sin siquiera dudarlo, incluso sin saber si se pierde de mayores beneficios o servicios que una marca internacional pudiera ofrecerle.
Hablando de tecnología no hay mucho para donde hacerse, es cierto que existen armadoras de computadoras nacionales pero los componentes y partes son en su mayoría de procedencia extranjera. Una interesante analogía nos lleva a un ejemplo muy preciso:
Jugando al adivino, ¿qué pasaría si de pronto todos los mexicanos dejaran de consumir coca-cola para tomar solamente refrescos Lulú? Es divertido adivinar el resultado: Refrigeradores atiborrados de coca-cola porque sencillamente ya no se vende, las embotelladoras comienzan a cerrar rutas despidiendo a parte de su personal, la producción decrece y muchos obreros pierden también su trabajo, la bola de nieve alcanza al corporativo que decide retirar todas sus inversiones en el país al tener cero pesos de entrada de efectivo. Refrescos Lulú, por el otro lado, se enfrentaría a un desabasto sin precedentes en su historia declarándose incompetente para satisfacer la demanda, simple y sencilalmente explotaría. Seguramente esto nunca pasará y los escenarios que planteo estarían totalmente equivocados, sin embargo nos revela una situación para considerar.
Es cierto que parte de los ingresos que genera la venta de coca-cola en nuestro país se va a Estados Unidos. Pero también es cierto que el proceso de producción del refresco en México crea muchísimos empleos directos e indirectos, además de que su demanda inagotable no puede ser más que saludable para el mercado.
El consumir productos mexicanos ayuda a que todo el flujo de capital que se mueve con cada transacción permanezca en el país. Muchas naciones lo han experimentado en tiempos de guerra o crisis, no descuidaron su mercado interno y su economía se mantuvo activa.
Repito, no es malinchismo el pensar que una marca extranjera es mejor que una mexicana -lo es pensar que todas lo son, eso sí-, pero sí es chovinismo el asegurar contra toda prueba que una marca mexicana, por el simple hecho de serlo debe ser privilegiada sobre cualquier otra. Ambos extremos son malos. No debemos tolerar la venta de productos deficientes, sean nacionales o extranjeros; un buen producto siempre será un buen negocio para todos los involucrados.
Corresponde a los consumidores comparar, informarse, decidir su compra en valores de calidad, precio y servicio, no dejarse llevar solamente por el nombre o procedencia de algún producto. Lo mejor para comenzar a reactivar la maltrecha economía de un país es que la gente no deje de consumir.
Yo, por mi parte, pienso que un trio de McDonald’s no le llega ni a los talones a un buen plato de pozole acompañado por un sidral. Pero ese soy yo, ¿y ustedes?Luiszhttp://www.blogger.com/profile/01399666087411475266noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7350632606030397955.post-82370483412049727382016-10-15T11:21:00.000-07:002017-01-24T19:43:27.035-08:00... Sobre Starbucks ....
Sé perfectamente que no soy el primero ni seré el último en despotricar escribir sus impresiones sobre la gran cadena cafetera trasnacional Estarbocs. También sé que hasta hace poco menos de un año, nunca en la vida había puesto mis soberanas patas sobre el pegajoso suelo de ninguno de ellos, tal como está plasmado aquí.
Resulta que hace diez meses, la mujer más maravillosa del mundo me llevó por primera vez a uno de esos establecimientos con logotipo de sirena y estrellas, más parecido a un timbre postal que a cualquier otra cosa. No resultaron bien las cosas ese día, a pesar de haber sido un día perfecto, todo terminó entre lluvia del cielo y de los ojos. No fue culpa del Starbucks, eso es obvio, pero tampoco fue un buen comienzo para mi relación con el emporio.
Como todos saben, todo mejoró, tanto que no recuerdo la segunda vez que entré a tal cafetería. No demasiadas ocasiones. Un par en citas de trabajo y otro tanto por no tener mayor referencia de algún lugar en que debía encontrarme con alguien. Sin embargo, las complicadas claves para servir vil café no se me pueden quedar grabadas en la mente. Pasa que en realidad no me importa.
Tuve una pequeña adicción al Frapuccino de Mango - Maracuyá, que se me quitó el día que tuve que elegir entre un Frapuccino de Mango - Maracuyá y caminar veinte kilómetros en vez de tomar un autobús. Las cosas no han sido fáciles para la economía y sin embargo, el Starbucks siempre está ahí, con su café ridículamente caro y sus sillones ridículamente cómodos y ensoñadores (que en esta crisis climática se ponen aún más cómodos pero mil veces más calurosos). De todo me ha tocado escuchar en mis estancias prolongadas ahí. Porque no estoy para contarlo, pero se ha convertido en mi sala de espera particular, espera que disfruto, por cierto. Miles de anécdotas ajenas se entretejen en sus sillas y sillones, pero esas son otras historias y tendrán que ser contadas en otra ocasión.
Hoy me enteré que el café del día en Starbucks no es otra cosa que simple café americano. El pretexto o la excusa es que cada día es hecho con diferentes granos o diferentes marcas o calidades o sabrá Dios qué. No me hizo sentido alguno. En los restaurantes siempre te dicen específicamente en qué consiste la sopa de día, pero apuesto cuádruple contra sencillo a que nadie, pero nadie pregunta en qué consiste el mentado café del día. Quizá sea más barato, quizá, pero sigo sin saberme los precios pues hoy día soy leal al Frioreo de The Italian Coffee. Y sigo sin aprenderme las claves correctas para pedir de manera adecuada un café en Starbucks.
Un día, Astrid me pidió que le comprara un Alto Chai Frapuccino Deslactosado Light (o algo así). Yo compré algo que era otra cosa completamente diferente porque no tuve idea de qué significaban todas esas cosas.
Mi misión, si decido aceptarla, será hacer desatinar a los empleados estarbuquianos al son de: "¿De qué es el café del día?" "¿Y el de ayer de qué era?" "¿Y mañana de qué será?" "Ok, perfecto, dame un Alto Bajo Cabe Con Contra De Café del día Deslactosado Light Fresco Barroco Viento Eterno Llamas a mí Precious, aaah con crema y chispas. Y no te olvides de mi Panini del Mundial de Tres Quesos 2010 bicentenario".Luiszhttp://www.blogger.com/profile/01399666087411475266noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7350632606030397955.post-73304238624774983702016-10-15T11:20:00.000-07:002017-01-24T19:45:33.867-08:00... Sobre la muerte de un futbolista ....
Antonio de Nigris se murió todito en Grecia hace ya tres semanas pero yo apenas lo entendí. Me enteré de la dramática noticia al día siguiente por la mañana mientras iba en camino a ver a mi amor de mi vida mía de mí, me detuve un par de minutos como hago todos los días frente a un puesto de periódicos a leer los titulares del día. Si hay algo relevante o que me interese en especial, compro un diario, o dos, si no, me espero a leer las versiones electrónicas (hay que ahorrar monedas y papel).
Entonces, como cubetada de agua fría me cayó la noticia de que había muerto Toño de Nigris. ¡Un accidente! Es lo primero que pienso cuando me entero de la muerte de alguien joven. Y de cierta manera lo es, un accidente provocado única y exclusivamente por la casualidad. Una arritmia nocturna con consecuencias fatales. Investigando un poco, ese tipo de arritmias nocturnas son comunes en atletas de alto rendimiento que tienen un ciclo de sueño regular, y se presentan casi todas las noches, entre las 2 y las 5 am, sin producir daño alguno. Por otro lado, el engrosamiento de las paredes del corazón en los atletas de alto rendimiento es también común. Despues de todo, el corazón es un músculo y como tal, si es entrenado continuamente, la tendencia natural de su fisiología es hacia el crecimiento. Por lo tanto (tres puntitos), la combinación de un crecimiento descontrolado del músculo cardiaco y una arritmia nocturna especialmente fuerte, trajeron la funesta consecuencia del infarto que acabó con la vida, la carrera y los sueños de Antonio de Nigris. Tenía una esposa y una hija de tres años.
Porque Toño no era el mejor futbolista ni el mejor de los delanteros del mundo. Pero lo importante es que ÉL sí se lo creía. Cuando debutó en el Montegay en el 2000 o 2001 o algo así, yo me preguntaba de dónde era, por qué era tan alto y güero y metía tantos goles. Junto a Guillermo Franco, yo pensaba que se habían traído un par de buenos argentinanos por fin. Pero después me enteré de que era mexicano, monterreyano y tenía un hermano que jugaba, ejem, en los Tigres; además de otro hermano que jugaba, ejem, del otro lado.
Después me pasó lo mismo con Kikín Fonseca en PUMAS, no sabía si era chilano, uruguayano o guanajuatano, pero esa es otra historia y deberá ser contada en otra ocasión.
El babas de Enrique Meza empezó a llamarlo a la Selección Mexicana y a alternarlo en el frente del ataque con Jared Borgetti. "Los italianos", como los llamó José Ramón Fernández, de Nigris y Borgetti representaban por fin la esperanza de una delantera temible y feroz para el Mundial de Corea y Japón 2002, en donde enfrentíamos, por cierto, a Italia, Ecuador y Croacia. Como cada cuatro años, los comentaristas televisivos nos vendieron humo, nosotros lo compramos y pensamos en la gloria mundialista en tierras asiáticas. Sin embargo, Toño de NIgris se quedó en el camino. Como le pasa a todos, absolutamente todos los buenos que se van al américa, acabó con su nivel y valió para dos cosas. No fue al mundial y en el siguiente proceso, el idiota de Lavolpe no lo consideró en lo absoluto.
Para entonces, Toño ya había desafiado a las mafias del futbol mexicano jugando para quien se le diera la gana. Vino a PUMAS y de nuevo crecía en mí la ilusión de un delantero goleador que le metiera cuatro goles al necaxa y encumbrara a los universitarios a un título más. Pero no. Antonio de Nigris fue una pieza más de la inoperancia felina en el segundo semestre de 2005 que a la postre terminaría con el rodar de la cabeza de Hugo y el campeonato legítimo de la Copa Sudamericana de la mano de Miguel España.
Dos goles inmortales suyos tengo en la mente. Uno completamente inócuo, un golazo con la Selección en un partido amistoso contra Brasil, de volea, de primera y al rincón, simplemente hermoso. El segundo sí fue determinante para el avance de PUMAS en la Copa Sudamericana. La época Hugo Sánchez llegaba a su final y nos fuimos a meter al estadio de Corinthians en Brasil, arrastrábamos la cobija y dábamos más pena que gloria así que parecíamos presa fácil para los cariocas. Perdíamos 2-0 y ellos parecían conformes, jugaban con nuestro equipo como un gato con bola de estambre. Era el acabose, necesitaríamos ganar en CU por tres goles para avanzar a las semifinales, y así como se veía el horizonte, nunca en la vida sucedería. Entonces, un tiro de esquina a favor se dio en el último minuto, el balón volaba hacia el centro del área y Toño de Nigris se levantó en toda su altura, conectó el balón con la cabeza a primer poste y sacudió las redes. De súbito ya no necesitábamos tres goles en nuestra casa, solamente uno y eso era totalmente realizable. La siguiente semana perderíamos contra el amiérdica y Hugo fue despedido, España tomaría las riendas y con un Bruno Marioni inspirado, le metimos tres goles al Corinthians, de ahí nos encumbraríamos al subcampeonato espurio y el título legítimo de la copa. Y de Nigris estuvo ahí.
La onda es que se murió Toño y yo no entendía porqué me daba tanta tristeza, porque no es lo mismo, obvio, que se muera Benedetti o Michael Jackson a que se muera Toño de Nigris. Los unos son estrellas inalcanzables que están en una galaxia muy, muy lejana para nosotros los mortales. Pero Antonio era uno más. Repito, no era el mejor del mundo ni mucho menos, sin embargo él pensaba que lo era, y que lo merecía. Y eso hace toda la diferencia.
Porque no se dejó de nadie jamás. Porque buscó siempre la manera de seguir sus sueños aunque las 'voces conscientes' le dijeran mil veces que estaba equivocado. Porque desafió los convencionalismos de su entorno. Porque no le importó que uno de sus jefes lo odiara y lo bloqueara hasta el hartazgo. Porque tuvo los taneits de salirse de donde no era feliz. Porque tocó la vida de al menos un entrenador y varios compañeros de equipo. Porque dio esperanza con su trabajo. Porque cumplió sus sueños paso a paso. Porque dio todo de sí y porque -lo haya sabido o no, haya sido un defecto congénito cardiaco o no, haya tenido que dejar de jugar al futbol para salvarse o no-, no dejó jamás de hacer lo que le gustaba, siempre buscando escaparates y oportunidades. No sé a quien me recuerda ...
Yo lo haría, si me dijeran que para salvar mi vida tendría que dejar de leer y escribir, seguramente no lo haría. Y de hacerlo, ¿quién me salvaría de mí?Luiszhttp://www.blogger.com/profile/01399666087411475266noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7350632606030397955.post-66137170858711341362016-10-15T11:19:00.001-07:002017-01-24T19:43:51.929-08:00... Sobre la infidelidad (con reseñas de películas) ....
Nota pertinente: Si no han visto la película Infidelidad (Unfaithful, USA, 2001) con Richard Gere, Diane Lane y Oliver Martinez, ¡háganlo! Y si tienen sangre en las venas y corazón dentro del pecho, sentirán coraje, mucho coraje.
A veces creo que lo peor que le puede pasar a un hombre es tener problemas del trabajo. Obviamente, uno se siente inútil, desaprovechado, cero valorado. Y eso, más que otras cosas mata de a putazo cualquier traza de orgullo viril que pueda quedar. Mucho más que una disfunción sexual, impotencia o eyaculación precoz, que afectan a la parte del ego que está íntimamente ligada a la libido, pero que no llega a trascender si el hombre es lo suficientemente fuerte para no permitirlo y hacer algo al respecto, ¡yo lo haría! Los pedos laborales joden la mente de los hombres. Ese cavernícola proveedor que vive dentro de cada uno de nosotros sufre lo indecible, tanto que por ende, todos los demás aspectos de la vida se ven dañados. No puedes dejar de pensar en eso, incluso en la cama, con la pareja en turno, no es lo mismo. La hombría está fregada desde abajo (diría Maslow) y todo lo superior se tambalea.
Pero otras veces pienso que lo peor siempre va de la mano con lo mejor. Y como la revista Maxim -‘lo mejor que le ha pasado al hombre desde que encontró a la mujer’- va en plena decadencia editorial, debemos voltear a lo mejor primigenio. Las mujeres.
P- ¿Qué en esta vida petaca puede ser peor que ser abandonado por el amor de tu vida?
R- Que el amor de tu vida te abandone por otro. No que te deje y después se enrede con cualquiera, ¡que se enrede con cualquiera mientras aún está contigo!
P- ¿Y qué puede ser peor que eso?
R- ¡Que se enrede con un cualquiera y aún permanezca contigo!
P- ¿Y peor que eso?
R- ¡Que lo sepas, lo aceptes, agaches la cabeza y la perdones!
No, lo siento, no soy un alma caritativa. Sólo Dios perdona. Mi falible condición humana no me permite sentir eso que a los mortales les ha dado por llamar empatía, compasión, perdón. Ya lo he dicho, no soy perfecto aunque lo parezca, pero hay cosas que simplemente no se pueden perdonar.
Richard Gere era un hombre ejemplar, del tipo de hombre que no le cae mal a sus congéneres, pero que en cambio les provoca una hueva monumental a las mujeres. Lo sé, ñoñezco el tipo. Pero así había sido siempre, y su esposa (Diane Lane) así lo amaba, lo ama en realidad. Y por azares del destino, aparece en la vida de ella un intruso despiadado ladrón, egoísta oportuno seductor. Y ella, fuerte sexo débil como es, se deja llevar por sus brazos, su aroma, sus libros, su verbo y su acento francés. El mensaje de esa película es simplemente perturbador: No basta con ser trabajador, buen padre, buen proveedor y cumplirle a la ‘ñora con relativa frecuencia; las mujeres quieren y necesitan de aventuras para sentirse vivas. ¡Chale! Ya no sé de que lado de la historia estoy. Lo cierto es que he estado en los tres. Y no es agradable, para nada agradable. Ninguno.
Además de kármico in extremis. Mi mamá me enseñó la ley suprema del Talión. Ojo por ojo, diente por diente. No hagas a otros lo que no quieras que te hagan a ti. Pero la mayoría de las veces es tan difícil. Aunque nadie dijo que sería sencillo, si lo fuera, todos lo harían. Un momento... Todos lo hacen. Mal, pero lo hacen.
En muchos lugares he leído: "No soy idiota, si quieres revolcarte con otros(as) hazlo, pero que yo no me entere". ¡Vaya pendejada! No, obvio yo no quiero eso de mi pareja. Quiero que me quiera a mí y quiero que no quiera revolcarse con nadie que no sea yo, y que sea por propia convicción, no que yo tenga que hacer algo para que eso suceda. ¿Es mucho pinche pedir?
Al parecer sí.
A las letras también se las lleva el viento, pueden ser borradas o malinterpretadas tanto o más que las palabras directas. Para mí, ser novio de alguien lo significa todo, fidelidad, respeto, compromiso (aunque aterre, existe), vida común, sin mentiras, sin engaños, sin ocultaciones. ¡Carajo! Que si no quiero eso, simplemente no pretendo ser un novio, y no lo digo ni aunque me obliguen, y no me importa que mis acciones se interpreten como sea. Lo que vale, en este caso, son las palabras, los hechos establecidos y aceptados, mutuamente, obvio.
El papel más sencillo es el de Diane Lane, no tiene que hacer nada y siempre es fácil encontrar una excusa para su comportamiento, por estúpido que sea. Yo he sido infiel dos veces en mi vida. Las dos a Brisa. Una vez, fue sólo un beso, bueno, no únicamente uno, una tarde de besos en el jardín, sobre el pasto bajo la luna, perfecto. Se lo conté y aunque le costó trabajo, me perdonó. La segunda vez fue una cabronada; Denisse, la primera ex que más quise había vuelto a la ciudad, y Brisa estaba ausente, pasamos juntos todo un fin de semana y el último día, antes de que se volviera a ir dormimos juntos, ajá, ya sé. Nunca lo supo mi novia. ¿Mis pretextos? Fue el ambiente, te extrañaba, la extrañaba a ella, me provocó, equis, cualquier cosa sirve para disfrazar el gran montón de mierda que es todo eso.
El papel de el otro, el de Oliver Martinez, también es fácil, aunque es del nabo cuando te clavas, y sientes que ella se ha clavado también, pero por equis o ye no termina con el uno para andar con el otro, o sea yo. Es el papel que me ha tocado representar más veces de los tres aquí propuestos. Por propia salud mental lo evito, o trato. De nuevo, la mayoría de las veces no escoges con quien emberrincharte, o de quien enamorarte, que es lo peor. ¡Lástima que seas ajena!
Lo peor es ser Richard Gere. Porque aunque es sencillo ponerse en plan de víctima y clamar por piedad por ser cornado y dejado por la ingrata, las cabilaciones que pasan por la mente del cornudo no son simples. Todo lo contrario. El personaje de la película dice: (Cuidado, spoiler) "No tenía ganas de matarlo a él, tenía ganas de matarte a ti". Obvio, hablándole a su esposa. Y es un sentimiento tan entendible, tan humano, tan masculino, tan aaaaargh. La de veces que lo he sentido.
También vi el fin de semana 'Sentencia Previa' (Minority Report, USA, 2001), de Steven Spielberg, con Tom Cruise. En la primera secuencia, arrestan a un individuo, cuyo único delito fue el querer asesinar con unas tijeras de punta chatita a su esposa y al amante de ésta (pécora). Con toda la razón del mundo. Arrrgh, que me sigue dando coraje esa escena ja.
Maldita maldición.
... él quien es
no ha de abrazarte como yo lo hago, él
no ha de colmarte de ternura, pero él
me está partiendo el corazón y tú lo dejas ...Luiszhttp://www.blogger.com/profile/01399666087411475266noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7350632606030397955.post-19280869349198783092016-10-15T11:19:00.000-07:002017-01-24T19:42:59.827-08:00... Reseña de película II ....
Yo soy, para todos los efectos prácticos, un fanático de los palíndromos. Para mi fortuna o desfortuna, también soy un procastinador crónico. Yo soy, buenísimo para hacer palíndromos, y sin embargo, debido a esta características tan funesta, siempre los dejo a la mitad.
Después del mal chiste y las malas referencias que esto le puede traer a mi persona, quiero contar una historia sencilla acerca de un hombre extraordinario. De un hombre extraordinario o de un ídolo simple. Depende cuál historia te guste más.
Mi capacidad temporal de ir al cine se ha visto disminuida de manera drástica desde que mis bebés están con nosotros. Incluso antes, su tamaño inconmensurable dentro de la panza de Astrid nos hacía difícil el aguantar una película en los incómodos asientos de Cinemex, a menos que fuera una sala VIP, pero esa es otra historia y deberá ser contada en otra ocasión.
Por cierto, la semana pasada se anunciaron las nominaciones al oscar, y entre algunos comentarios escritos y dislatados al respecto, la película "Una aventura extraordinaria" (Mefisto diefne a los distribuidores y sus cerebros inexistentes), -que mentes más elucubradas osan llamar "la vida de Pi"-, no lograba captar mi atención más allá de lo que lo haría un trasero plano frente a mi vista en el metro. Hablaban del virtuosismo del creador del tigre en CGI, del libro en el que se basa la historia, del libro en el que se inspira el libro en el que se basa la película, del curioso caso del doblaje en español con acentos indios cual Kwik-E-Mart, etc. Sin embargo, la premisa de un niño a la deriva en el Océano Pacífico, flotando en una balsa con un tigre de bengala, no era especialmente mi idea de una película divertida.
Hablando del poco tiempo para ir al cine, he de decir que debemos seleccionar con mucho cuidado qué películas se merecen en verdad el privilegio de ser vistas por mí y mis ojos miopes. Tal fue la circunstancia, que el sábado se alinearon los planetas y Astrid y yo pudimos escaparnos por la noche. Entre el arrastre que El Hobbit (que merecería otro post, pero esa es otra historia y deberá ser contada en otra ocasión), y las semanas previas a que se estrene todo lo nominado al oscar que no se ha estrenado, no quedaban muchas opciones, así que decidí darle una oportunidad al mentado Pi.
Debo reconocer que yo pensé que Pi era el tigre, for some reason. Fue una buena noche de sorpresas, ya que desde que el cine se encargó de antojarme una -iukkk- Pepsi en su nueva botella (que sí está bien bonita), hasta la falta de tráileres al inicio, me hizo pensar que esta vez se venía algo bueno. Y resultó una película y una aventura y una vida que me tuvo atento todo el tiempo. ¿Por donde empezar? Cierto es que me valen madre los spoilers o no spoilers, así que aquí va:
Richard Parker es la onda, el tigre se llama Richard Parker. Por un error en los formularios del zoológico o algo así, el punto es que, el que conservara ese nombre por error, y que Pi lo siga llamando así todo el tiempo, es sencillamente un detalle delicioso. Ya encarrerado, Pi, obviamente es el niño, que no es ardilla, es muchacho, digo, no es niño, es muchacho; y su nombre completo es Piscine Molitor Patel. Traten de decir Piscine en un inglés con acento indio y verán que también es demasiado gracioso, de-ma-sia-do, hilarante, a un pelín de llegar al nivel bully. Un guiño deslumbrador a los idiotas que ponen nombres idiotas a los niños, arruinándoles la vida. Además, Pi lee "El extranjero" de Albert Camus.
La manera en que Pi se libra del bully y se vuelve leyenda es genial. Conociendo millones de dígitos de Pi (3.14157...), se gana la admiración de los compañeros de escuela y, ya lo demás de esa etapa es confuso, porque en cuanto aparece en escena Richard Parker, todo cambia. Claramente, autoasignado como espejo de Pi, Richard Parker es letal pero a la vez protector, temerario pero temeroso. Al final, no sabemos qué es realmente lo que mantiene con vida y ¿sanidad? a Pi, si el miedo que tiene de que Richard Parker se lo coma, o las ganas que tiene de ganarle la batalla por el terreno.
A media película, las frases estremecedoras caen como cascada:
- "Sé que es un tigre, pero aún así esperaba un cierre".
- "¿Quiere entonces una historia en donde no salga nada que nunca se ha visto?".
- "En ambas historias hay un naufragio, yo pierdo a mi familia y sufro, ¿cuál de las dos prefiere?" ... "Lo mismo sucede con Dios".
- "Sobre todas las cosas, nunca pierda la esperanza".
- "Me rindo, ¿qué más quieres de mí?".
- "Amma, Appa, Ravi, estoy contento porque pronto los veré de nuevo".
- "Gracias Dios por la vida que me has dado. Estoy listo".
La vida de Pi es una historia de Dios, de fe, de fe perdida y de esperanza sin ídem. Desoladora es la escena de Pi lanzando una lata con un mensaje de auxilio al agua quieta, y ver por eternos, eternísimos segundos cómo la lata se queda a dos metros de él, flotando simplemente ahí, inexorable. Increíble y eye-opener la isla fantástica (copia descarada, por cierto, de Perelin y Goab de Michael Ende), el reino de las suricatas, la gran ballena saltadora. Aterradoras hasta el hueso las aletas de tiburón esperando un error, el más mínimo e insignificante por parte de Pi.
En fin, un placer verdadero significó el ver esta película. Mis daddy-issues se dispararon a su máxima expresión y dos pares de gotas salieron de mis ojos (verdes, hermosos), al mismo tiempo que el escritor en ciernes, buscando la historia que lo inmortalizaría, se convence de la existencia de Dios. ¿Cómo dudarlo cuando la respuesta tiene que venir desde adentro? ¿Cómo dudarlo cuando se nos ha dado todo el poder de entender el exterior? ¿Cómo dudarlo cuando se el orden de los factores no altera el producto? En todos los casos, estamos aquí, ahora, y somos felices.
Por Ende ...Luiszhttp://www.blogger.com/profile/01399666087411475266noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7350632606030397955.post-90895093019685307692016-10-15T11:17:00.000-07:002017-01-24T19:50:48.598-08:00... Reseña de película I ....
Yo sé que no es políticamente correcto hacer apologías de lo masculino gracias a siglos y siglos de dominación hombreril, la gente suele hacer ojitos de icono (¬¬) cuando uno proclama que es bien chido ser hombre. Hombre hombre, digo. El portar con orgullo el cromosoma Y no está peleado con demostrar lo que se siente cuando se siente, es más, ni siquiera está peleado con algo. Los radicales son los que siempre ponen los dedos en donde ellos creen que hay llagas (pero en realidad son sus propias llagas, ilusos). Una de las más importantes cruzadas que he emprendido fue en contra de los eufemismos. Simplemente odio con odio odiante la grandilocuencia sin sentido (aquí me muerdo la lengua, me desangro y me muero), ajena por supuesto.
Aunque me desvío del tema. El fin de semana fui al cine con mi mujer de mi vida mía de mí a ver una película (porque a veces no vamos sólo a ver una película [nosierto]) francesa que se llama Un baiser s'il vous plaît. O como le pusieron aquí en Mexicalpán de las tunas: Bésame por favor. Un título literal y adecuado según yo. ¿Por qué? Let's see...
Todo comienza cuando una tipeja está perdida en Nantes y le pide dirección a un tipejo en una camionetita repartidora. Como buen franchute, él la desea de inmediato y ella como buena franchuta se hace la difícil pero al final acepta salir con él a tomar un trago. Buena velada aunque cuando él la regresa a su hotel intenta besarla y ella se resiste, él se disculpa y ella le contesta que no lo puede besar por una razón: Una de sus amigas vio como cambiaba su vida por un beso. Entonces le cuenta la historia (dentro de la historia).
Nicolás es el mejor amigo de Judith (Virginie Ledoyen rrrrrrr) y Judith está casada con Claudio y son felices, aparentemente. Porque Nicolás de pronto se queda soltero y como buen amigo francés, se enferma de soledad y afecto (ajá) y cree que la única manera de curarse es teniendo sexo (ajá ajá ajá). Taaaan nerd y ñoño (como buen francés) busca una prostituta (que estaba muy bonita he de decir) pero como se niega a besarlo, namás no le funciona el asunto. 'Tons como buen amigodelanovia que se respete le pide a Judith que lo ayude a curarse. (Para entonces yo ya odio con toda mi alma a Nicolás, uno porque es profesor de matemáticas en una escuela para señoritas, dos porque no tiene internet en su casa y tres porque es el amigoquedeseaasuamiganoimportaqueseaajena) Judith taaaaan mosca muerta naive como buena francesa que se respete no le entiende al principio pero termina por aceptar la propuesta sucia, ¡sucia!.
Regresando a los eufemismos, la escena de su 'primera vez' es cagadísima, no saben que hacer y se piden permiso para todo. Lo más chistoso es cuando el baboso de Nicolás le pide permiso para tocarle una teta.
El tipo se parece a mi maestro Jesús de matemáticas en la secundaria, y no, no iba en una secundaria para señoritas.
Y bueno, resulta que lo hacen tan bien y con tantas ganas contenidas (pécoros) que les encanta y se enamoran y lo hacen en todos lados, hasta en una fiesta con Claudio rondando. ¡Malditos, malditos sean!
Tanto es su so-called amor que idean un plan malévolo para que Claudio se enamore de una ex de Nicolás y entonces ya puedan estar juntos y vivir juntos y coger y besarse sin culpas. Pero todo sale mal y Claudio se entera y se va de la casa. Judith no sabe que hacer. Ambos se sienten pésimo y luego ya no me acuerdo en qué acaba su historia.
Tipeja, que se llama Émilie le dice a tipejo que se llama Gabriel que por eso no puede besarlo porque ella es casada y no quiere repetir la historia. Él lo entiende y dice: Claro, ¡pobre Claudio! Aaaaaah, yo dije también 'Pobre Claudio', aunque Astrid me dijo que al final todo había salido bien para él pues se había casado con una buena mujer. Yo contesté: '¡¿Con esa?!' Entonces pasó lo que tenía que pasar, viene la patada en los gumaros a todos los hombres de la sala, Émilie le dice a Gabriel: ¿Por qué pobre? De no haber sido por eso, yo no habría conocido a mi esposo.
Aaaaaaaargh.
¡Tipeja se casó con Claudio y se besa con un desconocido! Ah pobre Claudio.
Claudio = Síndrome de John C. Reilly all over again.
Claudios - Hombres del mundo, uníos en defensa de los pobrecitos hombres dejados, humillados, maltratados, golpeados, utilizados como vil objeto sexual por seis horas.
No se vale...Luiszhttp://www.blogger.com/profile/01399666087411475266noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7350632606030397955.post-22361984376105039202016-10-15T11:16:00.000-07:002017-01-24T19:44:16.020-08:00... Sobre literatura erótica ....
Albus Dumbledore, quizá desde Merlín, el mago más poderoso que ha existido está loco. Pero la locura no le quita ninguna de sus capacidades, acaso las incrementa. Además de que su impensada (diac) homosexualidad y la manera tan seductora en que se refiere a Harry m'boy y el método (mariconezco y merlinezco por cierto) de hacer la limpieza son poco menos que peculiares; el profesor Dumbledore saca de pronto frases filosofales que ponen a pensar a más de uno:
"El miedo al nombre sólo incrementa el miedo a lo que se nombra".
Sólo él (y después Harry y otros, pero bleh) llama a Voldemort por su nombre. A todos se les encuera el chino cuando lo oyen nombrar, pero solamente es porque le temen más de lo que quizá deberían; tanto que la sola mención de su nombre les provoca un estremecimiento de muerte. Y tiene razón, digo, en primer lugar, si no le llamamos a las cosas por su nombre jamás vamos a aprender como se llaman, y después, si lo que tememos es innombrable, pos' pior.
Todo el choro tiene un sentido. Resulta que he comenzado a participar (escribo el martes 11 no se les olvide) en HD-B, un colectivo bien chidoliro en el que el buen creador tuvo la gentileza y la bonhomía de invitarme a ser parte de. El primer tema del primer mes es uno que casi no se me da, pero haré mi mejor esfuerzo (ja): Relatos eróticos. Y bueno, no quiero que se haga el chisme grande porque poco a poco la onda va agarrando la buena onda y los relatos se hacen más eróticos (guiño, guiño) conforme avanza el mes, pero yo puedo sentir cierta reticencia en los participantes (los que he leído hasta ahora) a llamar a las partes del cuerpo o a los actos sexuales por su correcto nombre. O ni siquiera al correcto anatómica o fisiológicamente hablando, tampoco lo llaman por su nombre vulgar (más que vulgar de vulgaridad, vulgar de vulgo, de común, coloquial pues).
Sensualmente hablando, no es lo mismo que una adolescente la diga a su novio que le toque las boobs, a que una mujer le exiga a su novio que le chupe las tetas. Todo depende del contexto. Daniel Iván lo dice y lo dice bien (esto, porque en general no estoy de acuerdo con sus opiniones): ...digamos, señorita, que sus bubis no me sirven de nada, pero con sus tetas podría hacer maravillas.
Y me acordé de un genial twit de Cazador de Tatuajes que decía:
"Si yo fuera una teta, me enojaría que me llamaran boobie".
O algo así. Pero ejemplifica lo que quiero decir. Desde siempre las madres y las abuelas nos metieron en la cabeza que existían ciertas palabras y temas que no era correcto discutir. Desde que íbamos al baño a hacer del uno, no a hacer pipí, mucho menos a orinar; hasta el rasgarse las vestiduras porque a un gordo le dicen gordo, o a un negro negro o a un joto, mmmm pues joto. Resulta que hay que decirles trabajadoras sexuales a las putas, personas con capacidades especiales a los oligofrénicos y adultos en plenitud a los viejos. Aunque decirle que está en plenitud a quien está en evidente decadencia no hará más que apresurarla con depresiones innecesarias.
La eufemia, el uso de eufemismos resulta de un acto de censura frente a lo que se enuncia o está por enunciarse, rectificando la expresión y sólo rozando tangencialmente, o sea de refilón, el verdadero significado de lo nombrado, pero sin decirlo con todas sus letras. Ha existido desde siempre e incluso hay gente, movimientos y cultura que han hecho de la creación de eufemismos todo un arte.
Los médicos no pueden llamar gripa a una gripa, siempre tienen que buscar el término técnico más complejo para explicar que la rinocenfopatía neuroplásmica distópica que crónicamente padecemos no es más que un escurrimiento nasal de verde matiz. Cualquier militar digno de su rango jamás habla de muertos civiles, simplemente explica en pomposas conferencias de prensa, que sus bombas han causado ciertos daños colaterales. Los nazis llamaron al exterminio La solución final del problema judío, muy final eso sí. Stalin llamó Purga al vil asesinato y encarcelamiento de todos aquellos que eran, podían ser, eran sospechosos de ser o en un descuido se les podría ocurrir llegar a ser, sus enemigos. Y bueno, llamar bolivarianos hasta a las uñas de los pies no es de hecho eufémico, sino el resultado de un severo retraso mental (e historico).
Ya nadie es ciego sino invidente o con limitaciones ópticas. Los negros son afroamericanos (menos los que viven en África, que han de ser afroafricanos). Los inválidos tienen capacidades diferentes. Todo aquel librepensador (whatever that means) simplemente se encuentra fuera de la corriente mayoritaria de la sociedad.
En aras de no ofender a musulmanes, chinos, hindúes y de facto al 78% de la población del mundo que no es cristiana, ciertas organizaciones han dejado de utilizar las siglas D.C. (después de Cristo) para referirse a nuestros tiempos cambiándolas por E.C. (era común). Aunque bueno, al decir que estamos en el año 2009 E.C., lo único que tiene de común es que la era arranca precisamente ¡con el nacimiento de Cristo! ¿'Tons?
En la Gran Bretaña, y para aumentar la autoestima de los alumnos (como si tuvieran una) orangutanescos, la Asociación Profesional de Maestros propuso que en lugar de decirle a un estudiante que había reprobado, en su expediente apareciera la anotación éxito diferido. Esto es, que tarde o temprano la va a hacer, sólo que hay que esperar un poco. La moción corrió con éxito diferido, dado que fue mandada por un tubo por los administradores de las escuelas, que ya están hasta su muy flemático copete de tonterías de ese tipo.
Los eufemismos no son necesariamente malos, digo, la poesía es intrínsecamente eufémica, de ahí parte de su encanto. Los significados de las palabras varían en relación al hablante y su audiencia, también al escenario y el contenido. Y volviendo a los relatos eróticos, el detalle (creo yo) lo es todo. Hay cierto grado de erotismo en la primera manita sudada, en un rozón de caderas, en la mano en la cintura, en la espalda, en los hielos del agua mineral, en la falda vaporosa, en el cruzar de piernas, en la lengua recorriendo los propios labios. No es lo mismo decir: ...se estuvieron provocando toda la velada, con miradas... que en efecto describir a detalle los sucios y pecaminosos pensamientos que pasan por la mente de los provocantes. El ansia, la urgencia, la inminencia del placer largamente esperado e incluso las sensaciones que erizan cada pelo del cuerpo no deben ser difíciles de describir. No para quien las ha sentido, no para quien conoce las palabras y su uso, no para quien pretenda excitar al lector. Y eso, es el fin último de un relato erótico real. Provocar el desvío de sangre desde el cerebro hasta la entrepierna, la oleada de pulsaciones desde la entrepierna hasta todo el cuerpo, y todo de nuevo...
Pero tampoco hay que exagerar y convertirse en un Bob Ross pseudo-erótico. Aunque Isabel Allende ya ocupa ese espacio, si no, namás lean en De amor y de sombra:
... Mucho después, cuando sintió vibrar el cuerpo de ella como un delicado instrumento y un hondo suspiro salió de su boca para alimentar la suya, una formidable represa estalló en su vientre y la fuerza de ese torrente lo sacudió, inundando a Irene de aguas felices.
Neta. ¿Aguas felices? ¡Chale!Luiszhttp://www.blogger.com/profile/01399666087411475266noreply@blogger.com0