sábado, 15 de octubre de 2016

... Sobre Starbucks ...

. Sé perfectamente que no soy el primero ni seré el último en despotricar escribir sus impresiones sobre la gran cadena cafetera trasnacional Estarbocs. También sé que hasta hace poco menos de un año, nunca en la vida había puesto mis soberanas patas sobre el pegajoso suelo de ninguno de ellos, tal como está plasmado aquí. Resulta que hace diez meses, la mujer más maravillosa del mundo me llevó por primera vez a uno de esos establecimientos con logotipo de sirena y estrellas, más parecido a un timbre postal que a cualquier otra cosa. No resultaron bien las cosas ese día, a pesar de haber sido un día perfecto, todo terminó entre lluvia del cielo y de los ojos. No fue culpa del Starbucks, eso es obvio, pero tampoco fue un buen comienzo para mi relación con el emporio. Como todos saben, todo mejoró, tanto que no recuerdo la segunda vez que entré a tal cafetería. No demasiadas ocasiones. Un par en citas de trabajo y otro tanto por no tener mayor referencia de algún lugar en que debía encontrarme con alguien. Sin embargo, las complicadas claves para servir vil café no se me pueden quedar grabadas en la mente. Pasa que en realidad no me importa. Tuve una pequeña adicción al Frapuccino de Mango - Maracuyá, que se me quitó el día que tuve que elegir entre un Frapuccino de Mango - Maracuyá y caminar veinte kilómetros en vez de tomar un autobús. Las cosas no han sido fáciles para la economía y sin embargo, el Starbucks siempre está ahí, con su café ridículamente caro y sus sillones ridículamente cómodos y ensoñadores (que en esta crisis climática se ponen aún más cómodos pero mil veces más calurosos). De todo me ha tocado escuchar en mis estancias prolongadas ahí. Porque no estoy para contarlo, pero se ha convertido en mi sala de espera particular, espera que disfruto, por cierto. Miles de anécdotas ajenas se entretejen en sus sillas y sillones, pero esas son otras historias y tendrán que ser contadas en otra ocasión. Hoy me enteré que el café del día en Starbucks no es otra cosa que simple café americano. El pretexto o la excusa es que cada día es hecho con diferentes granos o diferentes marcas o calidades o sabrá Dios qué. No me hizo sentido alguno. En los restaurantes siempre te dicen específicamente en qué consiste la sopa de día, pero apuesto cuádruple contra sencillo a que nadie, pero nadie pregunta en qué consiste el mentado café del día. Quizá sea más barato, quizá, pero sigo sin saberme los precios pues hoy día soy leal al Frioreo de The Italian Coffee. Y sigo sin aprenderme las claves correctas para pedir de manera adecuada un café en Starbucks. Un día, Astrid me pidió que le comprara un Alto Chai Frapuccino Deslactosado Light (o algo así). Yo compré algo que era otra cosa completamente diferente porque no tuve idea de qué significaban todas esas cosas. Mi misión, si decido aceptarla, será hacer desatinar a los empleados estarbuquianos al son de: "¿De qué es el café del día?" "¿Y el de ayer de qué era?" "¿Y mañana de qué será?" "Ok, perfecto, dame un Alto Bajo Cabe Con Contra De Café del día Deslactosado Light Fresco Barroco Viento Eterno Llamas a mí Precious, aaah con crema y chispas. Y no te olvides de mi Panini del Mundial de Tres Quesos 2010 bicentenario".

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