sábado, 15 de octubre de 2016

... Sobre las redes sociales ...

. Hace poco menos de un año, alguien escribió en este blog, pretendiendo humillarme o insultarme, que yo no era "un techado de virtudes". Después de darle vueltas y vueltas a un asunto que yo creía olvidado, resulta que la piel de la gente es más sensible de lo que su áspero exterior enseñaría. Resulta que uno no puede reirse socarronamente de la gente porque llaman a sus guardias, que raudos y presurosos acuden en su defensa y exponen sus más bajos valores y espetan epítetos al objeto de su odio iguales o peores que los que real o imaginariamente ofendieron a su amo. No es por nada en especial, sin embargo he estado pensando últimamente en las cosas que odio de internet, de facebook, de twitter, de los blogs, etc. Después de limpiar los restos de sesos del piso cuando mi cerebro estalló por la sobrecarga de información a la que fue sometido, decidí que no era nada extraño. En realidad odio del mundo virtual lo mismo que odio del mundo real. Quizá la única excepción sería que odio a los habitantes que confunden el mundo virtual con el real. Alguna vez quise ser más activo en facebook, pero el grave déficit de cosas interesantes que comentar me lo impidió. En twitter, vaya que hay cosas interesantes y gente interesante en mi timeline. Por lo mismo, disfruto enormemente leer en orden inverso los twitts de la gente a la que sigo, la que no me sigue y la que sí; no soy partidario de utilizar twitter como mensajero, así que no suelo enviar mensajes arrobados, mucho menos retwittear cualquier babosada sólo para incluir mi propia babosada relativa. Sólo en casos excepcionales y cuando la babosada es tan grande que no puede quedarse en mi cabeza. En algún momento #Confesé que sólo utilizaba twitter para actualizar mi estado de facebook; eso fue la maldición porque la aplicación que hacía eso chafeó y no se pudo más. Ahora lo he remediado y soy igual de feliz que antes. Me caen mal los quejicas que apelan a un patrioterismo pitero y se rasgan las vestiduras en contra del Gobierno, de Javier Aguirre, de British Petroleum, de Juan Molinar, de Eduardo Bours, etc. No hay mucho para donde hacerse, los llorones quejicas nunca van a estar a gusto con nada, si Andrés López llena el Zócalo con acarreados dirán que ellos están con él por sus ideas, no por su popularidad; si lo hace Marcelo Ebrard dirán que es un engañabobos tremendo. Son muchas las cosas que odio de internet, pero odio lo mismo de la gente de huesos y carnita. El chisme barato, la indignación gratuita, los tarados que le mandan mensajes a los 'famosos' en twitter diciéndoles idioteces para llamar su atención, los que creen que los 'famosos' leen sus mensajes y sobre todo creen que les importa, los que tienen su timeline lleno de mensajes a otros haciéndola incomprensible, los que hablan de un solo tema, los que quieren hablar de todos los temas, los que escriben muchas idioteces y los que escriben pocas. Odio recientemente la aplicación de facebook que publica en el muro la canción que se escucha en ese momento. ¡A nadie le importa! Si facebook proclama que una imagen vale más que mil palabras; twitter, la inmediatez del pensamiento, la irrelevancia de pensar antes en lo que se va a decir a continuación. Me he cansado de escribir en los trabajos de mis alumnos: "Piensa las frases antes de escribirlas". Pareciera que todo el mundo piensa con la cola y escribe con la ídem, pensé que era un cierto defecto de formación que se corregiría al hacerlos escribir más cada vez, pero no. Escriben como hablan, las exposiciones han sido un suplicio eterno, frases inconexas y realidades alternas en las que cada quien se entiende como se le da la gana. Los verbos parecen conjugaciones aleatorias de un retraso mental evidente. Aunque de cierta manera, tenía razón. Es un defecto de formación total, desde la cuna; no sé qué orgullo sienten los padres de mis 'estudiantes universitarios' cuando ven las calificaciones de ciertos de ellos. Es una verdadera lágrima. Tampoco puedo negar el placer que estas experiencias me están dando, sin embargo no es lo mismo tratar de convencer a un grupo de pubertos nacidos después de 1990 (wtf! =() de los beneficioss que tendrán en su vida al saber escribir y hablar correctamente, que convencer a un grupo similar de los beneficios que una materia irrelevante les puede otorgar, sobre todo a éstos en específico que, si mi oráculo no me engaña, la inmensa mayoría desertará o trabajará manejando un bicitaxi, poniendo uñas francesas o dando clases en esta misma universidad. Doh!

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