sábado, 15 de octubre de 2016

... Sobre vivir en una ciudad pequeña ...

. Nací y crecí en una ciudad pequeña. Cuidado, si vienen por acá, no vayan a decir jamás que es un pueblo, no, no. Mis paisanos se sentirán ofendidos si a nuestra bienamada ciudad pequeña es insultada y vilipendiada al llamarla despectivamente pueblo. Además que siempre es bueno saber que aquí no existen ni la izquierda ni la derecha, más bien nos orientamos por 'lado morral' y 'lado machete'. Ahí ustedes dicen si se arriesgan. Pero no siempre fue así. Alguna vez fue un lindo pueblito con crepúsculos arrebolados en donde los párvulos podían corretear entre jardines al salir de la escuela ataviados con rojos overoles y zapatos de charol. Mi abuelo es poblano, mi abuela hidalguense, pero todos sus descendientes nacimos aquí o al menos hemos vivido aquí la mayor parte de nuestras vidas. Toda la familia de mi papá es de Toluca, yo viví allá algún tiempo, pero siempre sabiendo que mi casa estaba del otro lado, en la micrópolis barbacoyera. Así que, cuando pequeño, todo mi mundo se reducía a tres niveles, el primero, el piso, donde estaba mi hogar y todo; el segundo, México D.F. la gran ciudad capital (que en ese entonces no sabía lo que significaba); y el tercero, Toluca. Lo relacionaba así porque el ir a México nos tardaba una o dos horas mientras que a Toluca, tres o cuatro. Aunque ahora que lo pienso, la frase ir a México es taaaaan provinciano. - ¿Qué quieres hacer cuando seas grande m'ijo? - ¡Ir a México a estudiar la secundaria 'apá! Porque eso de vivir a las orillas de una gran ciudad no está tan padre. No hay tanto tráfico, no hay tanta gente, no hay tanta contaminación, no hay tanta inseguridad, no hay tanta corrupción, no hay tantos peligros. Dicen. Pero no es cierto nada de eso. Mi pequeña ciudad, concebida como pueblo no estuvo nunca preparada para la explosión demográfica. Las calles son estrechas, las viviendas son escasas, los terrenos son caros, los servicios deficientes, los políticos perredistas, los autos son muchos y el aire viciado. Y es que a pesar de ser un pueblo una ciudad pequeña, yo nunca entré en la dinamica propia de. Por ejemplo: Nunca fui en la misma escuela que mis vecinitos, todos mis amigos vivían re lejos, relativamente, pero a veces me era imposible ir caminando para jugar en sus casas, tenía que tomar transporte o pedirle a mi madre que me llevara. En la adolescencia, cuando aprendí a manejar (y descubrí que lo odiaba) pude ser un poco más independiente en ese sentido e ir a donde se me hinchara la gana. Pero entonces mi mamá no me prestaba su auto para ir a México. Además que llamar por teléfono al defe era y sigue siendo larga distancia. Otro drama. Cuando pude huí. Pero siempre he vuelto, por una u otra razón, siempre vuelvo. Y no quiero, conscientemente quiero irme de aquí pero invariablemente termino regresando a la querencia. Yo sé lo que sienten los que viven en Guadalupe, en Zapopan, en Ramos Arizpe, en Puerto Morelos, en Tecate, en Progreso. O en Nueva Jersey, o en San Petesburgo, o en Saint-Denis ... Tampoco es lo mismo vivir en Londres cerca del metro Insurgentes que vivir en London cerca de West Ham. Aunque en los dos lados te partan a cuchilladas, nuncajamásmente será lo mismo ser apuñalado por un puñal neo chíchifo que por un simple neo punk. ¿O sí? Me gusta la tranquilidad pero extraño el ruido. Me gusta llegar caminando a todos lados pero extraño el bullicio. Me gusta encontrarme a la gente a donde vaya pero extraño el ser incógnito. No me gusta la barbacoa y extraño las pizzas de Papa John's. Quiero la ciudad. La quiero. La extraño. Aunque no le diría que no jamás a The City.

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